Con dos años de mandato por delante, David Barcenilla, presidente de La Cañada, encabeza la renovada directiva de la agrupación. Su reto, devolverle voz en las instituciones.

--¿Qué radiografía hace del movimiento vecinal?

--Hay una heterogeneidad enorme entre asociaciones y dificulta mucho la unidad. Hay unas con poca actividad y otras con altísima. Queremos ser un revulsivo para el asociacionismo.

--¿Habla de una mayoría o de una minoría sin actividad?

--No estoy de acuerdo con la imagen de que no se hace nada. Hay una imagen equivocada del asociacionismo. Hay asociaciones que hacen muchísimas actividades, no solo las fiestas, durante todo el año.

--¿Pero no cree que el movimiento ha perdido voz?

--Estoy de acuerdo. Reconocemos que hemos tenido gran parte de culpa, pero ahora falta la que también corresponde a las instituciones. Hay que procurar que haya una mayor fluidez con ellas. Nosotros tenemos la culpa, pero no toda.

--¿Cómo valora la gestión del gobierno en los barrios?

--Con luces y sombras. Debería plantearse la direccionalidad de la participación porque tiene que surgir desde abajo y no de arriba. Hay que reconducirla porque muchas asociaciones presentan propuestas.

--¿Quiere decir que el gobierno local ha marcado las reglas?

--Sí. Quizá ha faltado un poco de aceptación de la iniciativa vecinal. En el último consejo ya se dio un giro con la modificación de las bases de las subvenciones.

--¿Y de la concejala de Participación Ciudadana, Carmen Lillo?

--Es difícil porque hay opiniones para todos los gustos. Como concejalía técnica ha aprobado, pero el problema de la participación ciudadana no debe ceñirse a una sola. La transversalidad de contenidos de las asociaciones implica a todas las áreas municipales. Ahí sí la suspendemos.

--¿El reglamento de participación ciudadana sirve para algo?

--No, porque no se lleva a cabo con plenitud. Cuando las propuestas de la ciudadanía se tengan en cuenta para elaborar los documentos, diremos que los procesos participativos se llevan a cabo al cien por cien.

--En la nueva junta se mezclan caras nuevas y otras que llevan años. ¿No habría hecho falta una renovación más profunda?

--No soy partidario de cambios drásticos porque dividen. Hay que dar sitio a todo el mundo. A todas se les ha ofrecido estar. Se enriquece mucho más la agrupación y, aunque sea más difícil poner de acuerdo a todos, los acuerdos nos beneficiarán.

--¿En qué van a dar guerra?

--No venimos a eso (risas). Estamos para construir, no para destruir. El primer compromiso con el ayuntamiento es de colaborar.

--¿Cuáles son las prioridades?

--La primera es organizarnos. Tenemos que establecer un plan de trabajo y queremos revisar los estatutos para modificarlos.

--¿Por qué quieren cambiar?

--Se deben reformar porque están anticuados. No establecen el ingreso en la agrupación, el régimen disciplinario y no dan flexibilidad para establecer un equipo directivo.

--¿Trabajar con 32 asociaciones es operativo?

--Vamos a crear un sistema de comunicación interna para estar en contacto con todas.

--Intentó dar el salto al ayuntamiento desde Foro Ciudadano. ¿Qué lección aprendió?

--Nunca tuve esa iniciativa. Iba en la lista de número cuatro. Tras la dimisión de Vela, el partido me pidió que fuera de concejal. Acepté porque era una gran oportunidad de llevar las propuestas ciudadanas al ayuntamiento. Di un compromiso de oposición y no podía seguir en el gobierno. Por eso dimití.

--¿Se sintió engañado?

--No. Siempre supe las intenciones de Carmina Santos. Lo que no esperaba es que Vela siguiera teniendo esa relación con el ayuntamiento, hasta el punto de que influyese en la elección de Santos como concejala.

--¿Volvería a intentarlo?

--Ahora no.

--Algunos podrían pensar que la agrupación puede ser su plataforma a la política...

--En absoluto. De hecho, uno de nuestros objetivos es ser imparciales. Mi afiliación a Foro Ciudadano está a punto de finalizar porque no quiero tener vinculación política.