Al hijo mayor le ha cambiado bruscamente el carácter. Es huraño, solo quiere permanecer en su cuarto, tiene nuevos amigos desconocidos y las notas del instituto bajan en la misma proporción que suben las horas que está fuera de casa, incluso hasta la madrugada. Además gasta mucho dinero continuamente. A veces tiene los ojos rojos, conductas extrañas, y cuando sale no da explicaciones. Las pocas frases que intercambia con sus padres son del tipo "me voy por ahí", "estoy por ahí", "sois unos pesados". Cuando esta actitud llega a un extremo sospechoso, muchos padres deciden contratar los servicios de detectives privados e incluso encargan pruebas de tóxicos (toman muestras biológicas en casa) por si el menor se droga. Y Cáceres no es una excepción.

Este diario se ha interesado por el trabajo que realizan dos despachos profesionales con años de experiencia en la ciudad, Detectives Santos y Adler, cuyos especialistas prefieren mantenerse en el anonimato. Ambos confirman la preocupación que existe por los hijos en una sociedad que ha cambiado radicalmente sus costumbres. "Aquí no viene ningún padre solo porque un joven llegue tarde, sea rebelde o suspenda todo. No. Aquí vienen cuando las alarmas saltan y lamentablemente, en la inmensa mayoría de los casos, se confirma que los adultos tenían razón. No obstante, si vemos que se trata de una obsesión de los padres o de un problema menor de mal entendimiento familiar o falta de diálogo, les asesoramos y les derivamos a otros especialistas", explican.

Los temores son muy concretos: malas compañías, ludopatías y sobre todo las drogas. Los detectives actúan como una extensión de los ojos de los padres e investigan al joven. Para ello se confunden entre los botelloneros del ferial o entre el público de un pub de la Madrila. Pero no todo ocurre de noche: muchas veces esperan al joven en la puerta de casa por la mañana y le siguen para ver adónde va, por qué no llega a sus clases, si las cambia por el cíber , por alguna ludopatía, por compañías poco aconsejables o por el consumo de estupefacientes. "Estamos en todos los ambientes, somos un poco camaleónicos", dicen.

Fotos y grabaciones

Las investigaciones pueden durar dos días o dos meses, depende de su complejidad y de muchas variables. Para ello emplean medios técnicos avanzados, ya que deben obtener fotografías y grabaciones de una forma muy discreta. "Trabajamos con toda clase de dispositivos ocultos", explican. Pero nunca vulneran la intimidad de la persona, sea mayor o menor de edad. "Nosotros vemos lo que ve el resto de la gente. La actividad del detective nunca debe entrometerse en los derechos fundamentales", afirman tajantes.

Al final, los despachos profesionales realizan un informe exhaustivo con la relación cronológica de la investigación, "sin juicio de valor, con total objetividad", acompañada de fotos de alta resolución y un DVD con el material completo grabado y editado. De hecho, en otro tipo de investigaciones (laboral, de pareja, financiera...) estos informes llegan a juicio, por lo que deben realizarse de modo que sean garantía de prueba. "Nos movemos como testigos cualificados según establece la Ley de Enjuiciamiento Criminal, como peritos", explican.

A veces, las menos, se averigua que el joven no tiene un problema excesivamente grave: "Por ejemplo, un chaval que ya estaba incluso en una residencia de estudiantes faltaba a clase todas las mañanas para gastarse el dinero en jugar al ordenador en el cíber", señalan. Pero en la mayoría de los casos las conductas investigadas son más preocupantes, especialmente cuando se confirma la existencia de drogas. Si el hijo es menor de edad, hay padres que solicitan la prueba toxicológica tomando muestras de saliva o cabello sin que el adolescente se percate.

Rigurosos "cien por cien"

¿Pero cómo transmitir esta mala noticia a la familia? "Somos objetivos cien por cien, y si el tema se les ha ido de las manos, intentamos orientarles, les aconsejamos la ayuda de psicólogos u otros especialistas", explican los detectives. Muchas veces acaban convertidos en el único punto de apoyo de la familia, "y te muestras como persona antes que como profesional. Hay padres que necesitan que alguien discreto escuche sus graves problemas".

En este sentido, los detectives quieren dejar claro que ellos solo actúan cuando se hace necesario. "Primero mantenemos largas charlas con los padres, llegamos a una relación estrecha, nos cuentan confidencias que nadie conoce. Nos gustaría que todo se resolviera con diálogo, que todas las familias se entendieran, y es lo primero que aconsejamos, pero desgraciadamente no siempre se logra. Los padres, tras intentar otros caminos, necesitan saber qué ocurre del único modo que les queda. De hecho suelen acertar", lamentan los profesionales.

Finalmente, y tras una larga experiencia en la calle, los investigadores aseguran que los problemas de esta envergadura solo afectan a una minoría de los jóvenes, ya que la mayoría suele disfrutar de un ocio más o menos sano con las peculiaridades siempre propias de su edad.