No tiene una estrella Michelín, pero los rejos del bar Salas, en la avenida de San Blas, son famosos por toda la ciudad. Hasta tal punto, que el sarcástico blog Cáceres Capital Cultural 2016 --el mismo que publicó que el ayuntamiento buscaba un chamán que interrumpiera los días de lluvia para poder celebrar Extregusta-- le dedicó ayer una entrada en la que hacía mención a la concesión de una estrella Michelín al veterano establecimiento. "Los rejos son las patas de los calamares, rebozadas en harina y fritas en aceite. No tenemos ningún secreto pero es lo que más le gusta a la gente", descubrió ayer la propietaria, Belén Monroy, que se encarga de la cocina y cuenta con otros dos empleados para atender la barra interior y las diez mesas que tienen en la terraza.

Quizá su cocina no siga el estilo vanguardista cada vez más extendido y demandado, pero las tapas de Belén son populares por todo el barrio y, por extensión, la ciudad. Sus padres abrieron el bar en 1995 y, después de que ambos se jubilaran, ella se hizo cargo en solitario desde 2012. Debido a la antiguedad y obsolescencia del inmueble, Belén hizo una reforma general hace tres años. "Cambiamos absolutamente todo. Cocina, mobiliario, suelo, paredes, barras... Fue una inversión bastante grande", confesó.

Además, hace también relativamente poco que el bar Salas agregó comida para celiacos a su menú, lo que incluso le valió para ganar un segundo premio por su tapa de solomillo a la pimienta en el certamen 'I Ruta de la tapa sin gluten', organizado el año pasado por la Asociación de Celiacos de Extremadura (ACEX), que le supuso un año de suscripción gratis a ACEX. "Utilizamos la harina de maiz y, menos los productos que recibimos ya precocinados, todo lo demás lo pueden comer las personas celiacas", remarcó. Incluso los postres caseros como arroz con leche, tarta de queso o nutella, también otra de las últimas novedades.

El bar, que abre de 10.00 a cierre --sobre las 00.00 horas-- salvo los lunes por descanso del personal, ha cambiado, y su entorno también. "Antes teníamos la Universidad al lado y era un barrio mucho más juvenil. Nuestra clientela entonces era predominantemente joven; ahora hay de todo", indicó.

Belén no tiene una estrella Michelín, pero tampoco la necesita. Su mayor premio es que el día de mañana el bar Salas siga siendo un punto de encuentro para los vecinos de San Blas. "Solo pido que sigamos igual, que nos mantengamos así, que tal y como está la crisis ya es bastante".