El próximo septiembre habría hecho un año que Josemi Salgado decidió emprender una nueva aventura empresarial. Cargado de ilusión por volver a su tierra, esperanzado en que podría sacar adelante su negocio, cumplió uno de sus sueños: abrir ‘La tiendina de Pelika’, una pequeña boutique de tallas grandes para señora. Hace unos días tuvo que cerrar y lo hizo con una emotiva carta que colgó del escaparate del local de la calle Colón que hasta ahora acogía su establecimiento. Decía así: «A todas aquellas personas que han vivido este sueño conmigo desde el minuto uno y los que también están en el adiós. A los vecinos bien avenidos y a mis abuelitas. A mis nuevas amigas del ‘banco de las lamentaciones’. A todas esas clientas que su paso por el hospital les ha traído a mi puerta a comprar y a descargar penas. A mi familia y amigos, su familia y sus amigos, sus compañeros de trabajo y toda la red que han creado para que se conociera ‘La tiendina de Pelika’. A la gente de Brozas que ha tenido a bien perderse un rato para venir a visitarme. A mi clientela en general, la mejor, que ha sabido valorar que aquí se venía a algo más que a comprar ropa. Y a todos los que no caben en estos grupos por enseñarme la cara B de la vida. Gracias».

Josemi, natural de Brozas, llevaba 15 años trabajando en Madrid. Había estudiado Magisterio, pero no salían oposiciones, después hizo teatro hasta que empezó a trabajar en el sector de las tiendas. Por estrés abandonó la capital de España y decidió volver a Cáceres. Aquí acudió al Punto de Acompañamiento Empresarial del Edificio Embarcadero, donde le hicieron un estudio de mercado. El análisis concluyó que en la ciudad existía un nicho por explotar: el de las tallas grandes de mujer. «Por no jugármelo todo a una carta puse tallas estándar y también ropa de chico. Mi objetivo era dar un trato cercano». Así nació su tienda, tras una inversión de 40.000 euros (lo que tenía del paro y unos ahorros).

Pero el negocio «no ha funcionado y ha coincidido con el peor año de la historia en cuanto al clima», asegura Josemi, que añade que en los estudios de mercado pasa algo parecido a Gran Hermano o al PP: «En este país la gente dice que ni ve Gran Hermano ni vota al PP, pero es todo lo contrario. Con las tallas grandes o la búsqueda de ropa diferente ocurre lo mismo, en Cáceres, al final todo el mundo compra en el mismo sitio».

Así que antes de hipotecarse ha decidido cerrar: «Aquí hay muy poca gente para tanto negocio. La clientela tira a Badajoz o Salamanca y, además, el precio de los alquileres en San Pedro o Pintores es impagable. Vi un local al lado de la Escuela de Idiomas de 40 metros cuadrados. Me pedían 1.200 euros, pero entre el IVA y la cuota de autónomo se me subía a 1.600, ¿cuántas camisetas de 10 euros tienes que vender?», se pregunta el empresario.

Por el local de Colón pagaba un alquiler de 665 euros porque todo lo demás se le iba de las manos. Barrios como Eroski, Moctezuma o Nuevo Cáceres estaban por encima de sus posibilidades. De manera que se marchó a la calle Colón. «Era un barrio que tenía movimiento, agencia de viajes, colegio, instituto, un gimnasio... Pero era un movimiento de gente mayor o de paso».

Ahora Josemi se vuelve a Madrid. Inside, la empresa donde trabajaba, lo ha repescado como encargado en Bravo Murillo. Después de saborear la cara B, ojalá la cara A le sonría. Eso sí, desgraciadamente lejos de Cáceres.