Vicente Muriel Franco era un oficial mayor del ayuntamiento que se casó con Concepción Albarrán , una ama de casa con la que tuvo cuatro hijos: Valeriano , Valentín , Cipriano y Juan , que era el segundo de los cuatro hermanos y que contrajo matrimonio con Isabel Martínez Congregado , que era hija de Matías Martínez Bueno , un hombre de Barcarrota que tras hacer un curso en Francia vino a Cáceres como jardinero mayor de la marquesa de Camarena en las Arguijuelas de Arriba y que se casó con Antonia Congregado Pedrazo , natural de Malpartida de Cáceres que era cocinera mayor de la condesa de los Corbos en el Palacio de las Cigüeñas. Además de Isabel el matrimonio tuvo otra hija llamada Liboria , que falleció a muy temprana edad.

Juan Muriel estudió primero en el Instituto cuando estaba en la Preciosa Sangre y luego Magisterio en las Anejas, con Juan Arias Corrales entre sus compañeros de clase. Conoció Juan Muriel a Isabel en la plaza de San Mateo y por la reja de la Cuesta de la Compañía cada noche la rondaba. Con Isabel se casó Juan y con ella tuvo 10 hijos: Vicente , las guapísimas Maruja y Conchita , que fallecieron a la edad de 16 y 20 años respectivamente, Isabel , Juan , Domingo , Antonio , Pedro , Valentín y Maruchi , que era la pequeña.

La familia vivía en el número 100 de la calle Margallo, en una casa grandísima a la que se accedía por unas escaleras desde las que se repartían el salón comedor, enfrente la cocina enorme con un poyete para las tinajas y a la derecha los fogones de carbón, una mesa grande y un aparador. Pasando la cocina estaba la terraza. La vivienda disponía igualmente de cuatro habitaciones, una para el matrimonio y en el resto se repartían todos los muchachos. El vecino de abajo era Avelino Rojo , sastre que se dedicaba a hacer los trajes de los militares y de la Guardia Civil y que era el dueño de la casa. También residían en el barrio Valeriano Gutiérrez Macías , los Murillo , que eran aceiteros, estaban los Zancas , que él era guardia civil, la familia del teniente Gómez , la de los Pérez , la de los Santos , la de Marugán Luceño , la de Santano , la del comandante Cornejo , la familia Becerra , los Luengo , los Baltar , los Orozco , los Margallo , los Franco Santillana , los Rubio Rojas , y muchos más.

Los comercios

Por el barrio se repartían los comercios de Agustín Gutiérrez y del señor Bernardo Cascos , el cuartel de los Carabineros en el número 90 y el de la Guardia Civil en el 82, y muy cerca el parque de bomberos (que luego hicieron allí la central lechera), la gasolinera, la plaza de toros, el Regimiento Infanta Isabel y el colegio del Perejil. Fue en aquel barrio donde Juan Muriel, al poco de terminar la carrera, instaló su escuela particular muy cerca de su vivienda, en el número 104-C de la calle General Margallo.

A su escuela le puso por nombre don Juan Muriel la Escuela de la Inmaculada, un local amplio, sin zaguán: a la derecha, los bancos y sus mesas para el alumnado, enfrente la pizarra, sus mapas de España, la mesa grande de don Juan con su butacón y la bola del mundo y, al lado a la izquierda, una mesa pequeña con una máquina de escribir Remington porque se daban clases de mecanografía. Luego había otra mesa para el Alumno Mayor, que así se designaba entonces a quienes se estaban preparando oposiciones.

Y es que en la escuela de don Juan se impartía de todo: preparaban oposiciones para la Guardia Civil, para Telefónica y hasta para los sargentos que querían entrar en la Academia Militar. Abría la escuela a las ocho de la mañana hasta la hora de comer, y también por la tarde hasta la noche, y también los sábados, con sus célebres lecciones de Religión e Historia de España en los años en los que solo era necesario el libro de la editorial Dalmau Carles en el que venía de todo: gramática, aritmética, geografía... que no era como ahora que los muchachos llevan al colegio 50 libros.

Antes no, antes llevabas tu cartera, el cuaderno de caligrafía y una pizarrina para anotar y hacer las cuentas.

Los domingos era el día libre de don Juan Muriel, un hombre de figura pequeña y vivaz, con manos de fumador infatigable, que además de la enseñanza le gustaba mucho la caza, afición que compartía con Avelino Rojo, Federico Rico , Harto , o Antonio Morato . También le gustaban la agricultura y la ganadería. Tenía don Juan Muriel una vaquería con vacas, gallinas, conejos y palomas, e igualmente una huerta arrendada en la Ribera del Marco. En las Vegas del Mocho disponía de otro terreno donde sembraba cebada para los animales y trigo que canjeaba para hacer el pan en casa. Con los productos de la vaquería se abastecía la familia y lo que sobraba: huevos, leche, hortalizas... las vendía entre el vecindario la buena de Isabel. Don Juan ordeñaba y Domingo estuvo en la casa como vaquero.

Equilibrio

Fue don Juan Muriel caballero de San Vicente de Paul: visitaba a los enfermos y ayudaba a los necesitados. También fue concejal del ayuntamiento siendo alcalde de Cáceres Manuel Villarroel (1940-1941), elegido por el Tercio de Familia Numerosa, un cargo en el que duró poco tiempo y en el que ejerció como concejal del Mercado de Abastos. Fue don Juan Muriel un hombre siempre respetado por sus alumnos y por el conjunto de la sociedad cacereña: sin problemas impartió clases de Religión y no retiró el crucifijo de su escuela durante la República, como también evitó que se llevaran a las hijas de Vivas , el zapatero, por sus ideas republicanas.

Porque don Juan Muriel fue un hombre con equilibrio que defendió sin dobleces las causas que le parecieron justas y que dejó un legado entre los cientos de alumnos a los que impartió clases: Antonio Luceño Rubio , Francisco Quesada , Luis Montalbán , Corbacho Castellano , Ana María Becerra , José Luis Casares , los hermanos Ortiz , los hermanos Guerrero Ramos , los hermanos Benítez (Chencho y Manolo ), José Galapero , José Moreno Antequera y tantos más.

El tiempo pasaba y los hijos de don Juan encaminaron sus vidas: Vicente se hizo maestro, fue alférez provisional, teniente en Melilla y regresó a su profesión de maestro en la escuela del pueblo de Talaván, Isabel trabajó en Telefónica, Juan fue funcionario del Auxilio Social y terminó en Hacienda, Domingo se hizo funcionario del Instituto Nacional de Colonización, Antonio era empleado de la empresa nacional Calvo Sotelo de Puerto Llano, Valentín estaba en el servicio de información de la Guardia Civil, Maruchi era ama de casa y Pedro se empleó en las Mutualidades Laborales y luego de administrativo en la Mutua de Accidentes de Trabajo La Fraternidad.

El 6 de febrero de 1954 don Juan Muriel falleció. De su escuela se ocupó aquel curso su hijo Antonio con ayuda del maestro don Luis Gallego , y después don Juan Checa hasta su definitivo cierre. Cuentan que al funeral de don Juan acudieron de todas las profesiones: maestros, empleados, veterinarios, médicos, delineantes, obreros, mecánicos y niños, muchos niños, que no van casi nunca a los funerales pero que hicieron una excepción. Porque aquel día no podía faltar Cáceres entero a despedir al bondadoso y afable don Juan Muriel, el maestro de Margallo que con la enciclopedia Dalmau Carles agigantaba su pequeña figura entre los cientos de generaciones de escolares que pasaron por su inolvidable escuela de la calle Margallo.