Pórticos de aceros laminados y bóvedas transparentes, en conexión directa con el cielo, forman la nueva escultura que se erige en el residencial Infanta Isabel y que ayer fue inaugurada ante la presencia de numerosas autoridades. La ciudad ya tiene su Monumento a la Paz y la Concordia de los Cacereños en un emplazamiento muy significativo, cerca de las inmediaciones del Paseo Alto, donde fueron ejecutados cientos de republicanos en la contienda civil, entre ellos el alcalde Antonio Canales. Pero además, su ubicación junto a la avenida de las Delicias le convierten en mirador hacia los enclaves más significativos de la ciudad.

Al acto, presidido por el alcalde, José María Saponi, acudieron numerosos concejales de PP y PSOE, la portavoz municipal socialista, Carmen Heras, el delegado de Defensa, el coronel De la Rosa, altos mandos militares y responsables de la construcción del nuevo residencial, cuyo acceso está coronado por la nueva escultura. José María Díaz, presidente de la junta de compensación (ejecutora de la obra), destacó la "idoneidad" del monumento, propuesto por la corporación municipal en el año 2002, y procedió al descubrimiento de la placa junto con el alcalde y el autor de la escultura, Ignacio Criado.

Por su parte, Saponi realizó un breve repaso de la historia del lugar y destacó la ubicación del monumento junto a la Delegación de Defensa (antiguo cuartel Infanta Isabel), "por la labor de enseñanza y paz realizada desde esta primera unidad del Ejército en Cáceres". Además, hizo hincapié en el proyecto de la nueva urbanización, "una de las más representativos de la ciudad", y en el amplio parque periurbano que forma la nueva zona verde del residencial al enlazar con el Paseo Alto.

Acero y granito

La escultura, ejecutada a lo largo del 2004, se erige sobre un pedestal de granito gris Piornal labrado en Cáceres. Los pórticos de acero alcanzan una altura de varios metros para evocar las casas fuertes del recinto monumental que se alzan muy cerca. Las circunferencias superiores hacen la función de bóvedas que significan el tránsito entre lo terreno y lo celeste. La calidad de la piedra hace que las figuras trazadas sobre la cara del pedestal jueguen con la luz y construyan mapas del cielo. Su inversión alcanza los 147.000 euros. "Es un espacio de diálogo y encuentro para todo el que quiera descansar bajo esta construcción", explicó ayer su autor.