El cacereño Antonio Cancho Sierra es un joven historiador de 33 años que trabaja de guía en la ciudad que le ha visto crecer, y en la que, afirma, también desea «vivir» e incluso «morir».

En el año 2008 se licenció en Historia y al terminar la carrera no tuvo claro, de primeras, su futuro. No era un buen momento para ejercer esa profesión en Cáceres. Entonces comenzó a realizar prácticas en la Blibioteca Pública, concretamente en la catalogación del Fondo Antiguo. Después, a falta de trabajo, decidió regresar a la vida universitaria y formarse de nuevo, de modo que se matriculó en Humanidades. Al mismo tiempo, Antonio estuvo trabajando en la Biblioteca Central del campus cacereño. En 2011 se graduó y obtuvo el título del mejor expediente de su promoción. Poco tiempo después de finalizar la segunda licenciatura, recibió una llamada del ayuntamiento, donde estuvo hasta 2012. Posteriormente, estudió el máster de profesorado. Dos carreras, un máster, idiomas y ganas de comerse el mundo no le dieron la oportunidad laboral que él buscaba.

De repente, en 2015 «la Junta sacó los exámenes que te habilitan como guía, tras 10 años sin convocarse». Ahí vio la oportunidad. Tras la prueba y junto a cinco amigos, con las mismas ganas que él de enseñar la riqueza histórica que tiene esta ciudad, dieron vida a la Asociación de Guías Historiadores de Extremadura. Y, aunque no oculta que el principio fue difícil, asegura que «si trabajas de lo que a ti te gusta, eso mismo transmites a tu público».

Cancho tiene un gran «sentimiento» por el patrimonio de Cáceres. Para poder quedarse, dice que hay que esforzarse, y lo más importante: perseguir lo que uno quiere. Además, considera que en esta ciudad sí hay hueco para los profesionales de su sector aunque también competencia, al ser Patrimonio de la Humanidad.

Las actividades que realizan en la asociación se dividen en dos tipos: una vertiente comercial, con rutas de todo tipo, y la cultural, totalmente altruista. Esta segunda tiene el apoyo de la Diputación Provincial de Cáceres. Los integrantes del grupo lo hacen para «devolverle a la ciudad lo que ella nos da. Éticamente si Cáceres me da de comer con su historia..., tendré que darla a conocer. Si no, estaría en deuda», sentencia.

Para Antonio, en la ciudad existen aspectos que solventar, «pero la elegiría mil veces más». De aquí no se va y tampoco tiene pensado hacerlo en un futuro. El guía cacereño continuará enseñando la historia de Cáceres y sus alrededores.