La ventana del despacho del director del Centro Penitenciario de Cáceres también tiene rejas, aunque esté en el exterior , en la zona administrativa. A sólo unos metros más allá, en el interior , como se denomina al área de reclusión, están los 367 presos, sólo 32 preventivos, que custodian las paredes de este recinto de 1981. Desde el 18 de octubre, ese despacho lo ocupa Esteban Suárez, un leonés que confiesa que sólo conocía Cáceres de un viaje de fin de semana con su mujer.

--Viene de la cárcel de Ceuta, ¿es muy diferente ese centro al de Cáceres?

--Bastante, Ceuta tiene carencias en todos los sentidos, además de las de personal --que existen en todos los centros--, también faltaban espacios para realizar actividades. La prisión de Cáceres tiene mucha más infraestructura. En Ceuta, los reclusos estaban todo el día en el patio porque no había casi otro lugar donde tenerlos. Cáceres ha supuesto una mejora.

--¿Qué objetivos se ha marcado al asumir el cargo?

--Juego con una ventaja: hay iniciativas con agentes sociales e instituciones que llevan años en marcha y funcionan bien. Lo que más me preocupa es poder poner en marcha los talleres productivos, que llevan paralizados desde el 2002 porque no cumplían medidas de riesgos laborales. Estamos pendientes de que Madrid autorice su reanudación. Podrán trabajar unos 50 presos.

--¿Qué tipo de talleres?

--De carpintería de madera y metálica. El trabajo me parece una pieza imprescindible para la reinserción de los reclusos y evita conflictos internos. Tendrían su Seguridad Social como un trabajador cualquiera, aunque con una relación laboral especial. También se trabaja por reabrir la emisora de radio de la prisión.

--¿La reinserción del preso a la vida laboral es lo más difícil?

--Es muy difícil. Tampoco es fácil para nadie. Muchas veces los problemas son de origen: drogodependencia, familia desestructurada... Ahora se pretende que las prisiones hagan milagros.

--¿Y la droga en prisión?

--Es otro grave problema de difícil solución. Habría que emplear más medios para detectarla, porque la principal vía de entrada es en el cuerpo de internos de permiso o de comunicantes. Es impensable hacer radiografías a todo el mundo. Es complicado, pero hacemos por evitarlo. El 60 o 70% de los reclusos de aquí son drogodependientes.

--Y la plantilla de funcionarios, ¿cómo la ha encontrado?

--Bastante bien y muy estable. Venía de centros donde había mucho movimiento de personal. Tenemos una plantilla no envejecida, pero sí de una edad media alta. Tiene ventajas y desventajas. Pero en general es bueno.

--¿Qué contacto tiene con los presos?

--Procuro entrar en el interior día sí, día no. Y piden audiencia, que atiendo por las tardes.

--¿Cómo valora el sistema penitenciario actual? ¿Cree que funciona?

--Creo que es uno de los más progresistas de Europa, pero la masificación y el creciente número de extranjeros --en Cáceres hay 28-- resiente la atención individualizada que fija la ley. Aunque no es el caso de Cáceres, que no tiene una gran masificación, aquí aún se pueden hacer muchas cosas.

--Parece que se ha encontrado una prisión modélica.

--Modélica no, pero sí diría que es una de las mejores en proporción a su población reclusa.