Cáceres, la capital de la diversidad que inspiró a Peter Gabriel para crear Womad

El festival símbolo de esperanza, en tiempos de pesimismo, por un futuro mejor, el de una sociedad que se levanta, cantando, bailando, creando, contra cualquier discurso xenófobo, en busca de la integración como motor de cambio

PETER GABRIEL EN EL ESTADIO PRINCIPE FELIPE EN 1993

PETER GABRIEL EN EL ESTADIO PRINCIPE FELIPE EN 1993 / Francis Villegas

Marisol López

Marisol López

El festival Womad cumple treinta ediciones e inaugura nueva era, aunque el espíritu que asegura su permanencia debe continuar siendo el mismo que inspiró a Peter Gabriel mientras paseaba entre las viejas piedras de la monumental Cáceres y que, muy probablemente, tuvo que ver con el Patrimonio que levantó la conjunción de varias civilizaciones a lo largo de los siglos. Un canto a la diversidad que se revela hoy más necesario que nunca en un mundo al que amenaza el pensamiento monolítico, el miedo al otro, la censura impuesta por un exasperante sentido de lo políticamente correcto que ahoga a la espontaneidad de la creación humana…Casualidad o no, la primera edición del Womad Cáceres coincidió en 1992, el año en el que se conmemoraba el V Centenario de un viaje que, a pesar de las luces y las sombras que acompañaron al ‘Descubrimiento´ de América, alumbraría una nueva cultura nacida del mestizaje, que se manifestaría en todas las vertientes artísticas.

1 | A. M,

1 | A. M, / Marisol López del Estal

Referencia internacional

Eran, aquellos años, los que los artistas encabezaban, a menudo, reivindicaciones de causas humanitarias. Las estrellas de la canción llenaban estadios de fútbol en conciertos épicos como el ‘Live Aide’ de 1985 en Wembley, a cuya sombra creció artísticamente Shirley Davis, una de las estrellas del cartel de esta trigésima edición que arranca ahora.

O, tres años más tarde, el que protestaba contra el apartheid en Sudáfrica y reivindicaba la figura de Nelson Mandela. Algunos de los gurús de entonces, como Bob Geldof, también fueron pioneros en este Womad que persigue, como entonces, reivindicar los valores igualitarios del arte en un mundo cada vez más desigual.

Años atrás, una frase de Gabriel, el músico británico fundador del certamen, resumía la filosofía del festival que iba a consolidarse como una cita de referencia internacional: «Donde quiera que nacieras, sin importar el color, el idioma o la condición sexual, tu trabajo poderoso y apasionado tendría una cálida bienvenida en el Womad».

Un canto a la diversidad que se revela hoy más necesario que nunca en un mundo al que amenaza el pensamiento monolítico, el miedo al otro, la censura impuesta por un exasperante sentido de lo políticamente correcto que ahoga a la espontaneidad de la creación humana

Un calidez que ya se extiende por los rincones de Cáceres con los últimos preparativos a la espera del grueso de los conciertos y de las demás actividades que componen un certamen capaz de atraer a cientos de miles de personas, sobre todo jóvenes, en un macroespectáculo que trasciende el concepto de ocio para hablar de Cultura, así, con mayúscula. Un espacio de convivencia en el que la música y la danza demuestran su valor como lenguajes universales.

Womad es ya una seña de identidad consolidada de un Cáceres que se abre a la modernidad, pero, sobre todo, es un símbolo de esperanza, en tiempos de pesimismo, por un futuro mejor, el de una sociedad que se levanta, cantando, bailando, creando, contra cualquier discurso xenófobo, en busca de la integración como motor de cambio. Los dictadores de todo pelo han procurado siempre apartar del pueblo el acceso a la educación y a la cultura. Porque saben que los poemas cantados cobran alas en las gargantas de quienes quieren seguir progresando en libertad, desplegando las alas de la creación y creyendo en la diversidad como la mayor riqueza.

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