El alcalde, Luis Salaya, inició su mandato el 15 de junio. Esta semana ha cumplido cien días al frente del ayuntamiento. Serán los más sencillos de los cuatro años de la legislatura. Es un tiempo de cortesía, del que no se esperan grandes cambios y que es una toma de contacto para el nuevo equipo de gobierno con la realidad de la ciudad y sobre todo con el funcionamiento del ayuntamiento. Pero a este tiempo de sosiego ya se le ha puesto fin. A partir de ahora se empiezan a pedir resultados en una ciudad que depende en exceso del sector público y con menor peso del privado.

En estos primeros cien días el gobierno de Salaya ha sabido salir a la calle -como él mismo dijo en su balance: «no ha habido un fin se semana sin programación cultural pública»- y ponerle rostro al ayuntamiento, estando muy presente en las redes sociales. En estos cien días no hay agotamiento del gobierno ni grandes demandas.

Pero tendrá que guardar fuerzas porque en estos tres meses también se han puesto fin a las especulaciones de que Cs entrará en el gobierno para darle solidez y sobre todo mayoría. Si tras la investidura parecía que el portavoz de Cs, Francisco Alcántara, y sus cuatro concejales no tardarían más de seis meses en formar un gobierno de coalición con el PSOE, ahora esa posibilidad se aleja, ya no parece posible. Alcántara y Cs pueden ser un socio preferente para el gobierno de Salaya porque con sus cinco votos, sumados a los nueve del PSOE, se tiene la mayoría necesaria para sacar cualquier decisión, pero ya no son futuros compañeros de gobierno.

Ha sido el propio Alcántara, en su papel de portavoz de un partido de la oposición, uno de los primeros en cuestionar a Salaya tras los cien primeros días de su mandato. Dudó de «su capacidad de reivindicación y de influencia» para lograr de otras administraciones, en especial de la Junta, gobernadas por el PSOE inversiones para la ciudad. Y recordó lo que se avecina y que acabará llegando a Cáceres: la recesión económica. «Hay que elevar el nivel si queremos estar preparados», advirtió el jueves a Salaya.

Pero Alcántara no fue el primero esta semana en cuestionar al gobierno de Salaya tras romperse la tregua de los cien primeros días. Rafael Mateos, portavoz del PP, principal grupo de la oposición, ya avisó un día antes que hasta ahora lo que ha habido por parte del gobierno local han sido «muchos anuncios y pocos resultados» y que no se puede gobernar la ciudad «a golpe de tuit».

La primera prueba para Salaya y su gobierno será la negociación del presupuesto de 2020. Si se garantizan los gastos corrientes (algo que no será fácil al reducirse el ingreso del IBI, congelarse la participación en los tributos del Estado y la probable pérdida del exceso de canon de Canal), se puede seguir con el presupuesto prorrogado de 2018 con las modificaciones posteriores.

Pero no sacar su primer presupuesto pondrá de relieve la soledad del gobierno, con solo 9 de los 25 concejales de la corporación local, y no lograr su aprobación no solo será un fracaso del gobierno y de su capacidad negociadora, sino también de la oposición y de la ciudad, que necesita más dinamismo económico tras la placidez de los cien primeros días.