Una semana antes de que termine la obra, el alcalde de Cáceres, Luis Salaya, y los concejales de Fomento, Andrés Licerán, y de Patrimonio, José Ramón Bello, visitaron ayer las actuaciones de reforma y peatonalización de las calles de los Obispos, una iniciativa del gobierno de Elena Nevado que ahora culmina el Partido Socialista con un resultado realmente excelente. Realizada por la empresa Construcciones Hidráulicas y Viales con un presupuesto de 277.000 euros, el proyecto se ha centrado en Clemente Sánchez Ramos, Obispo Ciriaco Benavante y Segura Sáez, que ya arrasan como zona indiscutible del tapeo cacereño.

Nada que ver la imagen que ofrece esta zona con la de General Ezponda, a dos pasos de la plaza Mayor, de toda la vida conocida como Calle de los Bares, o de los Vinos, y que ahora arroja una estampa casi decrépita. Salaya reconoció que «algo habrá que hacer» en el entorno de la ciudadela, pero sin detallar proyecto y aseverando que «los tiempos cambian».

Cambian tanto que ahora las de los obispos son calles llenas de vida y de gente, donde se acumulan 18 negocios, entre bares y otro tipo de comercios. Han puesto ocho bancos de hierro para sentarse que adornan con elegancia el entorno, además de árboles, de la especie ginko, que serán sustituidos por los ginko gastigata macho porque los que han plantado no se adecuan al entorno ya que tienen un crecimiento muy rápido y no son los que el proyecto incluía.

El alcalde está satisfecho. «Cuando se termina una obra en el centro es una alegría inmensa», dijo elevando el puño como si celebrara un gol, mientras en plena crítica de la Asociación Acabares por la situación de las terrazas, el concejal José Ramón Bello, insistía: «Han podido ampliar los veladores», a lo que Licerán entre risas y con su habitual retranca le contestó: “Eso, Jose, eso, tú barriendo ‘pa’ casa”.

Los hosteleros también están contentos. Juan, el de Viñagrande, sonreía mientras se afanaba en la desinfección de las mesas, todas ellas ocupadas. La clientela miraba a la comitiva municipal al tiempo que saboreaba los pinchos del Volapie y el Dallas. El día acompañaba, era viernes. El viento soplaba de cara.

La charla

El alcalde dijo que visitaba la obra porque quería charlar con los obreros que la han hecho posible. Daban los últimos remates. Dos de ellos, con mascarillas, cargaban un banco cubierto de plásticos sobre un carrillo. «Son obras públicas de mucha relevancia y queremos darles las gracias por el trabajo realizado ya que el resultado es claramente positivo y es de agradecer el buen hacer», aseguró Salaya.

El regidor recordó que durante la obra ha habido quejas lógicas de los vecinos, que han dado la talla soportando en condiciones de confinamiento las molestias de una actuación de esta envergadura. Salaya admitió seguidamente que «es una buen proyecto que inició Elena Nevado y que nosotros hemos desarrollado. Hacer esta zona peatonal solo traerá beneficios», enfatizó.

Y es que a juicio del alcalde, la peatonalización sumará clientes a los bares y a los negocios y previsiblemente al párking de Primo de Rivera. «Es una zona infinitamente más agradable. Eran unas calles muy ruidosas, que acumulaban excesiva contaminación acústica y ambiental», sentenció.

Esa peatonalización se hará efectiva de forma definitiva cuando se instalen las cámaras que vigilarán los accesos y que estarán en funcionamiento al entrar en vigor la ordenanza.

La comparecencia del alcalde terminaba y tocaba visitar las terrazas, departir con los empresarios y por qué no, tomar algo, que para eso era San Viernes, el tapeo de moda está en los Obispos y ya se sabe: con la Iglesia hemos topado.