Alentado por el efecto Fernando Alonso o no, el circo de las dos y las cuatro ruedas está atrayendo al mundo empresarial y político. Se huele el dinero en torno al negocio del motor. Pero, ¿habrá pastel para todos?

Actualmente hay en España un abanico de iniciativas de circuitos de competición. A finales de año abrirá el trazado de Monteblanco, en la Palma del Condado (Huelva). Junto a Jerez, Montmeló y Cheste, estará homologado por la Federación Internacional de Automovilismo para entrenamientos de Fórmula 1. En los últimos meses se han inaugurado, además, el circuito de Alcañiz (Teruel) y el de Alcarrás (Lleida). También está en proyecto la apertura de instalaciones de carreras en Los Arcos (Navarra) y Atogo (Tenerife). En Madrid, se están barajando dos posibilidades: una en Pinto y otra del RACE, propietario del Jarama, en un enclave por determinar.

El circuito de Monteblanco, promovido por la empresa Reynaud España, ha costado 18 millones de euros, 6 más que los que costó, por ejemplo, Cheste, y constituye una referencia cercana para Cañaveral.

Dispone de una pista de 4,4 kilómetros, con el atractivo de un trazado urbano que se podrá conectar al principal y llegar a 5,6 kilómetros. Cuenta con restaurantes, un hotel, un museo del motor y una escuela de pilotos. Será inaugurado antes de final de año, aunque ya ha acogido competiciones. La empresa asegura que su negocio se basará sobre todo en carreras nacionales y de casas automovilísticas, como la Copa BMW, pero fundamentalmente en presentaciones de nuevos modelos de grandes marcas, la realización de cursos de formación para el personal de estas marcas o el lanzamiento de campañas en prensa de coches y motos.