El mundo cofrade clausuró ayer el curso. Su actividad es similar a la de otros colectivos (sociales, deportivos o educativos) en los que su duración coincide con el curso académico, con la excepción de que aquí la revalida o el momento culminante no es al final del periodo, sino al final del segundo tercio del ciclo.

A principios de septiembre comienza la actividad, las primeras reuniones para poner en marcha lo programado. A similitud del mundo escolar, a finales del curso anterior se aprueba el calendario de actividades para el siguiente.

Excepción hecha de la Semana Mayor y sus prolegómenos, son momentos solemnes las eucaristías de inicio del curso y la de conmemoración de los difuntos, el encuentro navideño de hermandades y cofradías y la eucaristía de final de curso. A ello hay que unir el extenso programa que desarrollan las cofradías individualmente, y las fiestas principales de cada cofradía que se están potenciando.

El amplio abanico de actividades que a lo largo del curso desarrolla el colectivo cofrade viene a poner de manifiesto que éste no se ciñe a una semana de esplendor al año, sino que es el fruto del trabajo de un grupo de personas que salió del aletargamiento hace cuatro lustros y que hoy es un colectivo vivo y activo.