Lo de Alejandro fue un flechazo, además de una vocación. Comenzó a estudiar Fisioterapia en el campus de Badajoz para acceder al siguiente año a Medicina con varias asignaturas convalidadas. Pero nada más pisar las aulas lo tuvo claro: lo suyo era la Fisioterapia, y así completó los cuatros años de carrera. Natural de Malpartida de Cáceres, a sus 22 años ya tiene los estudios terminados y hace unos meses una compañera le habló de la posibilidad de trabajar en Aztide, una asociación cacereña de personas con discapacidad física y alteraciones cognitivas. Justo a los siete días de salir de las aulas ya estaba prácticamente contratado.

Alejandro se muestra visiblemente satisfecho con su trabajo, en el que trata sobre todo a personas que tienen patologías neurológicas: Alzheimer, Parkinson, ictus, lesiones medulares... «Son pacientes especialmente agradecidos en cuanto perciben una mejora. Hablamos de tratamientos a muy largo plazo, por eso se crean vínculos que no se producen en una clínica de fisioterapia del día a día», explica Alejandro. Paralelamente a este empleo por horas, también ha iniciado un posgrado en Osteopatía en la Universidad de Extremadura, de dos años de duración, que le obliga a desplazarse a Badajoz uno o dos fines de semanas al mes. «Las clases se desarrollan viernes y sábados de 9.00 a 21.00 con un descanso para comer, y los domingos de 9.00 a 14.00», detalla. Además empezará un curso para poder ejercer como profesor de pilates y otro de punción seca. «No podemos detenernos, ahora es el momento de formarse, estoy motivado y lo bueno es que disfruto haciéndolo», afirma.