Ahorrar energía es un reto global que compete a toda la ciudadanía para mejorar la calidad del medio ambiente y que conlleva un importante ahorro económico. Hay tres formas de ahorro: Los hábitos de consumo: Son las medidas más baratas, incluso gratuitas, que pueden llegar a ahorrar hasta un 8,45% de la energía y que en España equivale a la energía consumida por 90 millones de ordenadores durante todo un año. Se trata de gestos sencillos como bajar la temperatura del frigorífico y congeladores, ahorrando un 5% por cada grado; no abrir el horno, pierde un 20% del calor en cada apertura; utilizar el lavavajillas a plena carga, ahorra hasta un 60% de energía y agua; centrifugar la ropa antes de meterla en la secadora; utilizar el microondas ya que gasta un 60% menos que el horno; evitar el consumo de los "stand by" de los equipos audiovisuales; apagar la pantalla del ordenador cuando no se use; utilizar temperaturas en climatización máximas de 20ºC en invierno, 25ºC en verano y sólo cuando la vivienda esté ocupada, ahorrando un 7% por cada grado; reducir el uso del extractor de la cocina porque en una sola hora puede extraer todo el aire caliente de la vivienda; ventilar no más de 10 minutos en invierno; los grifos monomando deben estar siempre en frío; etc. Se trata de cambiar las formas de uso y eso no cuesta, sólo requiere sentido común.

La gestión: La buena gestión y el mantenimiento de los equipos permite reducir la factura de forma considerable. Las medidas tecnológicas: Las nuevas tecnologías ofrecen una gran variedad de alternativas que permiten ahorros mediante una inversión que debe ser estudiada para optimizar la relación ahorro/inversión.

Lo ideal es combinar el máximo de medidas tecnológicas y de gestión con unos correctos hábitos de consumo.