La fotografía, desde sus inicios a mediados del siglo XIX, se convirtió en una expresión artística que progresó de manera vertiginosa en todos los rincones de Europa. Su aparición supuso la socialización de la imagen fija, anteriormente casi exclusiva de los que podían pagar un retratista de pincel, algo que no estaba al alcance de cualquiera. Este avance de la técnica fotográfica hace posible que sean muchos los pintores que opten por reciclarse o compatibilizar ambas profesiones; pintor y fotógrafo. En Cáceres, el conocimiento de la fotografía nos es diferente al de otras poblaciones de Extremadura. Los primeros fotógrafos o retratistas que encontramos, son gente anónima que recorren los pueblos y ciudades, con sus artilugios al hombro, haciendo copias de impresiones sobre placas de cobre o papel. Algunos de estos fotógrafos acaban instalándose de manera permanente y abren estudios donde la población pueda retratarse.

De los primeros fotógrafos que crean estudio en Cáceres, hay que destacar especialmente a tres de ellos, venidos de fuera de la ciudad y profesionales del dibujo. Rafael Lucenqui , pintor de origen polaco, instalado en Cáceres como profesor de dibujo, fue el primero en tener su propio estudio fotográfico en 1861. En 1863 se instala en Cáceres Francois Capdevielle , de origen francés, dando paso a una descendencia de fotógrafos, relojeros, pintores o músicos, todos "Capdevielles". El último de ellos es Julián Perate Barroeta , nacido en Guadalajara e hijo de un funcionario de hacienda, que llega a Cáceres por casualidad, aquí desarrollara su oficio de profesor de dibujo y de fotógrafo. En 1900 crea la Sociedad Artístico Fotográfica de Cáceres, su establecimiento se convierte en el más reputado de la ciudad hasta 1931 en que muere el propio Perate.

Hubo otros que siguieron a estos predecesores de la fotografía en Cáceres, desde el propio Javier García Téllez , que aprendió como discípulo de Perate a los que crearon verdaderas sagas, como Santiago Caldera , el fotógrafo de las clases populares. Otros crecieron profesionalmente como fotógrafos de prensa y algunos concibieron el arte fotográfico como una herramienta para difundir el patrimonio arquitectónico de la ciudad, que nadie conocía por imágenes fotográficas.

De las viejas cámaras de estos pioneros salieron muchas de las imágenes que en el tiempo presente nos hablan de otra época histórica, de cómo era nuestra ciudad y de cómo eran los cacereños de entonces. Todo gracias a ellos, los precursores del veterano arte de la fotografía.