En la línea de meta de la avenida de Alemania era complicado moverse aunque tuvieras un micrófono en la mano. La etapa acababa de finalizar y el francés Jalabert había sido el vencedor de la tercera etapa de la Vuelta de 1994 que discurrió entre Salamanca y Cáceres. El suizo Tony Rominger ya se había enfundado el maillot amarillo que le daría la victoria final en Madrid donde, precisamente, volvió a ganar Jalabert en la última etapa.

Aunque hayan pasado casi 19 años de aquel evento deportivo que puso a reventar la céntrica avenida, recuerdo cómo entre la multitud de fotógrafos y periodistas con peto emergía la pequeña figura de José María García , el famoso locutor, ya retirado, que dejó huella en la radio deportiva. Yo había crecido escuchándole y verle tan de cerca, con aquellos auriculares gigantes y 'metiéndole el micro' al ganador de la etapa, me impactó. A pesar de su estatura, en un santiamén había logrado detener la bici de Jalabert y 'abrazar' al ciclista galo para ser el primero en lograr sus declaraciones. En aquel tiempo, eran muchos los periodistas deportivos que le habrían cambiado el sitio. Yo, el primero. Quizá solo por eso merezca la pena que Cáceres vuelva a ser final de la Vuelta. Esta vez prometo estar en línea de meta.