Un joven cooperante de Casar de Cáceres, Miguel Angel Cortés, ha vivido en primera persona la situación por la que está pasando el departamento boliviano de Pando. Según el gobierno boliviano, los enfrentamientos entre partidarios y detractores del presidente Evo Morales que tuvieron lugar el pasado día 11 en la localidad de Porvenir se han cobrado hasta el momento la vida de 15 personas. Hay al menos 37 heridos y 106 desaparecidos.

Cortés es sociólogo. Tiene 37 años y trabaja en un proyecto de la Diputación de Cáceres. Había decidido dedicar sus vacaciones a colaborar en un proyecto de desarrollo en Bolivia promovido por Felcode (Fondo Extremeño Local de Cooperación al Desarrollo). Llegó al país el pasado día 1 y su estancia terminaba el día 25 de este mes, pero los acontecimientos violentos precipitaron su vuelta el día 12.

Ayuda al desarrollo

En un departamento que Cortés considera parecido "a la Extremadura que teníamos hace 40 o 50 años", su misión era "exportar la experiencia de Extremadura en el campo de los Agentes de Desarrollo Local". Este era su tercer viaje a Bolivia y su centro de operaciones estaba en Cobija, "la capital de un departamento olvidado en un país ya de por sí olvidado", manifiesta.

Sobre las causas que han podido desencadenar esa violencia en una zona aparentemente tranquila del país, Cortés señala "por una parte, el caracter autonomista del departamento junto a Tarija, Cochabamba, Santa Cruz y Beni", y, por otra, "el reparto del IDH, el Impuesto de Hidrocarburos, que es el dinero que llega a los departamentos procedente del gas, y que Evo Morales ha modificado".

A todo eso hay que añadir los problemas del país, "con colas de uno o dos kilómetros para echar gasolina o comprar bombonas de gas, y la pelea por el gobierno del departamento".

Calma y tempestad

Curiosamente, los hechos dramáticos del día 11 estuvieron precedidos por la calma mientras el país seguía el partido de fútbol entre las selecciones de Bolivia y Brasil el día 10. "Terminó en empate y los bolivianos lo celebraron como una victoria", recuerda Cortés. Pero tras el partido, en la plaza de Cobija ya se palpaba la tensión. El día 11 las cosas fueron a más. "Hubo asaltos e incendios a establecimientos comerciales", explica el cooperante. El viernes por la mañana, día 12, Cobija ya era un campo de batalla, aunque no hubo víctimas mortales como sucedió en Porvenir.

Cortés no temió por su vida, pero llegó a la conclusión, de acuerdo con las personas de Felcode en España y las organizaciones colaboradoras sobre el terreno, "de que no iba a poder hacer nada permaneciendo allí porque la situación no lo permitía". La salida no fue fácil porque el aeropuerto de Cobija estaba cerrado. Pero el hecho de que la ciudad sea fronteriza con Brasil permitió a Cortés pasar a Brasil y gestionar su salida desde allí hacia España vía Brasilia y Lisboa.

Múltiples causas

En el conflicto que vive el país, Cortés cree que hay un trasfondo de conflicto entre la población indígena, "los que ellos llaman coyas" y los mestizos o blancos, "los combas". Estos últimos se sienten amenazados por las políticas indigenistas de Morales, explica Cortés, que está convencido de que "mucha de la gente que apoya a Morales lo hace por interés económico o político, y no por la causa indigenista".

A Cortés le gustaría volver a Bolivia, pero no es muy optimista sobre el futuro cercano: "las posturas entre el gobierno y la oposición son muy distantes". Y lo que parece aún peor es que en el caso de Pando, un territorio en el que la gente se conoce, "hay personas y familias sobre las que se ha jurado venganza por lo sucedido".