Soltero, hosco y algo "desabrido" pero inmensamente rico. Así describen las reseñas bibliográficas a Fernando Valhondo Calaff (Cáceres, 1865-Madrid, 1937). De su persona poco se sabe, pero de lo que ha dado de sí su fortuna después de muerto, sin hijos ni herederos directos, está ligado a la historia de la ciudad del último medio siglo, gracias a la labor desarrollada por la fundación que lleva su nombre y que el próximo año conmemora su 50 aniversario.

Cientos de ayudas para discapacitados, para universitarios cacereños sin recursos, aportaciones y donaciones a instituciones académicas y públicas, donativos a entidades benéficas... En estas cinco décadas, el legado de Fernando Valhondo ha sido más que benefactor para Cáceres y los cacereños, aunque ha pasado bastante desapercibido. "Nos falta tener más difusión porque nos conocen en la universidad y asociaciones, pero poco en la ciudad", explica el secretario de la fundación, Gabriel Casati.

Tampoco en vida, el propio Fernando Valhondo apenas se dejó notar a pesar de su posición. "Se implicaba en la vida de la ciudad y se preocupaba por sus necesidades", explica Casati. Prueba de ello fueron sus aportaciones a la construcción de la plaza de toros y el Gran Teatro o la cesión de un solar para el colegio de las Normales, en la avenida Virgen de la Montaña. Sin embargo, era "solitario y poco dado a relaciones sociales", detalla la Gran Enciclopedia Extremeña .

"Tuvo oportunidad de contraer matrimonio con una rica heredera de Salamanca, pero su carácter hosco, le hizo renunciar a la vida familiar; aunque se rodeó de fieles criados y servidores, a los que procuró favorecer en su testamento", continúa el apunte de este compendio bibliográfico.

Hijo del primer alcalde

Su padre, Lesme Valhondo Carvajal, fue el primer alcalde que tuvo la ciudad tras su declaración como tal el 9 de febrero de 1882 por Alfonso XII, según recoge Germán Seller de Paz en Cáceres visto por un periodista . Y Fernando Valhondo fue el único heredero de dos adineradas familias cacereñas: los Valhondo, con grandes posesiones rurales en el término de Cáceres, y los Calaff, tratantes de lana, venta de paños y banqueros de Gerona establecidos en la capital desde principios del siglo XIX.

"Sus ascendientes eran antiguos propietarios de terrenos procedentes de la desamortización de Mendizábal. Muchos de los bienes incautados a la iglesia los compraron ellos, como el solar donde se asienta hoy el polígono Las Capellanías, el olivar Chico de los Frailes...", repasa Antonio Rubio Rojas, cronista de la ciudad.

Las Capellanías o el olivar son sólo un pellizco de las propiedades que atesoraron y cuya renta patrimonial administra hoy la fundación a través de un patronato integrado por representantes institucionales. Sus posesiones incluían numerosas fincas urbanas y rústicas, casas en varias calles de la ciudad, campos de cultivo arrendados, encinares, dehesas y olivares que superaban las 4.000 hectáreas de extensión, según la Gran Enciclopedia Extremeña .

Rubio Rojas enumera La Alberquilla, cerca de Guadalupe; La Dehesilla, en la zona de Portezuelo; otros terrenos cercanos a Portaje o a la carretera de los Cuatro Lugares. En Cáceres y su término municipal, suelo en El Rodeo, la zona de Matravieso o cerca de El Muelo, donde se prevé una de las promociones de viviendas a 60.000 euros. También inmuebles como el palacio de la Isla, el hoy edificio Valhondo, casas en la plaza Mayor...

Sin hijos y sin herederos directos, Fernando Valhondo legó toda su fortuna eventualmente, mientras viviera, a un trabajador de confianza, Ramón Criado, y a la muerte de éste debía crearse una fundación para sufragar la educación de discapacitados y universitarios sin recursos.

Así lo estipuló en el testamento que dejó escrito en la habitación del Hotel Inglés, de Madrid, donde le sobrevino la muerte por enfermedad en plena guerra civil. Aunque hubo un intento de impugnar ese testamento por familiares lejanos de Fernando Valhondo y de los de su criado, finalmente se consiguió constituir la fundación en 1956.

Más de 500 becados

En estos años, la actuación que quizás ha tenido mayor repercusión directa en Cáceres fue la donación del hoy conocido como edificio Valhondo, antigua facultad de Filosofía y Letras y que iba a ser inicialmente un hospital infantil. Allí se instaló el colegio universitario que dio posteriormente origen a la actual Univer-