A un lado una gran extensión de regadíos; al otro, una hermosa dehesa llena de encinas; al fondo un pinar; y más allá, en el horizonte, la Sierra de Gredos. En este singular y único paraje, en medio de la comarca del Campo Arañuelo pero a medio camino de La Vera, celebraron ayer los vecinos de Majadas de Tiétar el IX Día de la Encina. Una festividad, léase romería, que comenzó con el siglo y cuyo fin, más allá de la reunión entre amigos y el baile, es homenajear a la encina, el árbol característico de Extremadura, el quercus ilex , como dirán los entendidos.

Además de los lugareños, también se sumó a la fiesta, celebrada en la dehesa boyal de Majadas, el consejero de Agricultura y Desarrollo Rural, Juan María Vázquez, quien dio la enhorabuena a los majaeros "por vivir en un sitio donde hay trabajo", recordando los regadíos, olivares, plantaciones de tabaco y el pimentón que hay en la localidad. El discurso de Vázquez fue más bien una loa a la encina y al campo: "Estamos luchando desde las raíces por nuestro futuro", señaló el consejero.

Tras la actuación de la banda de la Asociación de Amigos de la Música de Navalmoral, se plantaron nueve encinas, una por cada edición de la fiesta. Y como no podía ser de otro modo, azada o zacho en mano y rodilla al suelo, el consejero plantó la primera.

Mientras, una larga cola ya estaba preparada para degustar la paella gigante que habían cocinado dos trabajadores de una empresa de Granada. 60 kilos de arroz para unas 650 personas.

El grueso de las actividades fue por la tarde. Si payasos de Asaco Producciones amenizaron la siesta, también hubo tiempo para talleres de cerámica y barro, bailes populares y el café y las pastas para merendar. La jornada finalizó con una verbena. A pesar de que la lluvia amenazó, centenas de personas se acercaron a la dehesa majaera, para celebrar el día de la encina, como dijo Aniceto González, el alcalde, "un árbol siempre verde y cercano".