Una grave enfermedad que me sobrevino hace justamente cuatro años, felizmente ya superada, me hace frecuentar, periódicamente, el hospital San Pedro de Alcántara, enclave 'catovi' por excelencia. Nunca tuve problemas hasta entonces. Los centros de salud y los hospitales eran casi unos perfectos desconocidos para mí.

Como entenderán, después de tanto tiempo, las visitas ya forman parte de la rutina. Tengo todavía 11 años de revisiones por delante. Hoy me tocaba una de ellas, ahora de periodicidad semestral. Como es de rigor, en semanas anteriores me han realizado un TAC y me he realizado unos análisis de sangre. Todo perfecto, por cierto.

No digo que sea un placer volver cada cierto tiempo a un hospital. Es más, siempre va uno con cierta intranquilidad, con alguna angustia previa metida en el cuerpo. Pero me veo en la necesidad vital de subrayar que en todo este tiempo solamente he tenido buenas noticias, y no solamente porque no haya ni rastro de mi dolencia, que también. Excelente siempre el trato de los profesionales del hospital, extraordinario el cariño con el que me han tratado. Un 10. Hoy también. Cercanía, afecto, tacto... todo en un uno. Mi reconocimiento a los profesionales, tantas veces incomprendidos, en ocasiones maltratados. Ahora, a los catovis solamente nos resta que se termine de hacer el nuevo hospital. Pero esa es otra historia. Ahí sí que tengo queja.