El presidente de la Asociación Empresarial Provincial Cacereña de Hostelería y Turismo (Aecahtur), César Martín Clemente, culpó ayer al ayuntamiento de la falta de iniciativas privadas para abrir centros de ocio.

El responsable de esta organización respondió de esta forma a las declaraciones del alcalde, José María Saponi, en las que aseguraba que las empresas "estaban dormidas" y debían implicarse para poner en marcha proyecto de ocio para los jóvenes.

Martín Clemente mostró su sorpresa ante estas afirmaciones y afirmó que es el equipo de gobierno municipal el que no permite que los hosteleros inviertan. "La culpa la tiene única y exclusivamente el ayuntamiento que está en manos de los técnicos y de las asociaciones de vecinos que están haciendo inviable que el ocio en la ciudad sea algo positivo", subrayó.

El presidente de Aecahtur fue más allá al denunciar que el gobierno municipal "cede a las presiones de los vecinos" e invitó a que sean éstos los que apuesten por acometer proyectos de ocio: "Si nos ponen pegas por todos lados, que inviertan los vecinos o el propio ayuntamiento".

Asimismo, este portavoz apuntó que hay "una presión exagerada de los vecinos y que el ayuntamiento no tiene una política clara para que los hosteleros desarrollen su actividad y darle a la gente el ocio que necesita". Para Martín Clemente, "la ciudad está cada vez más provinciana. No se le quita el pelo de la dehesa. Los universitarios se están yendo porque no se les da que lo quieren".

INICIATIVA HEROICA El responsable de los hosteleros también se refirió al proyecto impulsado por Prinsa para abrir una pista de verano en La Cañada. Dijo que se trata de "un acto heroico. Tenía que haberse abierto en el mes de mayo como muy tarde. Ahora es ir contra todas las posibilidades de negocio para que sea rentable, el ayuntamiento le pone trabas y el alcalde dice que las empresas no invierten".

Martín hizo hincapié en el hecho de que Cáceres "es la única ciudad extremeña con una normativa específica para que no haya inversión turística", que establece, en otras cuestiones, una distancia mínima de 50 metros entre los establecimientos y zonas ambientalmente protegidas.

Ante esta situación, indicó que la oferta turística de la ciudad no puede reducirse "a las piedras", sino también a sus bares y restaurantes. "Con este nivel de actividad del ayuntamiento para fomentar los centros de ocio, es muy difícil conseguir la capitalidad cultural del 2016".