Eduardo Barrero Bote regó sus primeros tomates cuando tenía ocho años, en las huertas que su padre tenía en Alcuéscar, de donde procede. Por aquel entonces su familia no tenía dinero para pagarle unos estudios y él aprendió el oficio de su padre para ayudar a la economía de la casa cuanto antes. "Recuerdo que iba descalzo al campo. Un día me picaron dos alacranes. Me curó un vecino, pero ni eso impidió que siguiera trabajando", decía Eduardo a este diario. Ahora tiene 76 años y el campo sigue siendo su vida aún habiéndose jubilado.

Eduardo es uno de los doce hortelanos que han recuperado las huertas del solar de Carvajal gracias al proyecto Huertos de ocio , puesto en marcha en 2005 por la Universidad Popular. Ellos ya se marchan y dejan el paso a otro grupo de hortelanos que sembrarán en los huertos que ellos, con sus manos, han visto florecer. Ayer recibieron un homenaje por parte del ayuntamiento que reconoció la labor que han llevado a cabo en los campos de la Ribera: "Sin ellos estas huertas no serían lo que hoy son, una estupenda y saludable alternativa para nuestros momentos de ocio", dijo la alcaldesa, Carmen Heras.

Pero no todos se apuntaron a esta actividad por tradición. Teófilo Galeano era camionero y encontró en estos huertos una afición que le animó a seguir trabajando.

Estos hortelanos han llevado a cabo también el huerto escolar a través del que han fomentado las relaciones intergeneracionales mostrando sus artes y transmitiendo sus conocimientos entre los escolares. A ellos les han mostrado el uso de técnicas de agricultura ecológica.

La huerta de Carvajal pertenecía a un particular pero fue cedida al ayuntamiento que rehabilitó la casa con el Plan E. Ahora otra escuela taller continuará esta remodelación para que en un futuro pueda convertirse en Centro de Interpretación de la Ribera del Marco.

"Me gusta todo del campo, es lo que he hecho toda mi vida. Volveré a echar los papeles para ver si puedo volver a estos huertos", explicaba con nostalgia Eduardo mientras enseñaba el que ha sido su pequeño espacio durante seis años, ese que le ha dado cebollas, cebollinos, lechugas, habas, pero sobre todo salud, entretenimiento y alegría en su tiempo libre.