La camisería Payvi lleva abierta 20 años. Primero fue un bar, más tarde pasó a ser la camisería Picado y ahora, es la tienda de Vicente Rojo, en la calle Moret.

En dos décadas le ha dado tiempo a ver los últimos cambios en la calle y no todos le han gustado. Lo que peor lleva es el incivismo, "hay mucho", asegura, "es una vergüenza el estado de las fachadas" que están llenas de pintadas. "A un grafitero que lo hace bien hay que aplaudirle, pero una pintada en un escaparate es una auténtica guarrada", se lamenta.

Está harto de ver como los escaparates se llenan de carteles de conciertos, fiestas o alquileres, está cansado de pasear por una calle con el adoquinado suelto y lleno de chicles pegados.

La suciedad le preocupa, "es malo para la gente que viene de fuera y peor para los que vivimos aquí", señala. "Queremos una imagen distinta", dice mientras señala el suelo lleno de colillas y servilletas que deja la terraza de un bar. "Me parece muy bien que haya terrazas, pero no cuesta nada barrer lo que se ensucia", sentencia Vicente, quien también pide "algo más de seguridad", ya que hace tan solo unos días, vio cómo intentaban robar en una tienda vecina.