Casas, pasillos y escaleras del Bloque C, el edificio más castigado por la droga, la delincuencia y la marginación de la ciudad desde su construcción en 1987, quedaron vacíos en diciembre, tres años después de que la anterior legislatura, gobernada por el PP y presidida por José María Saponi, decidiera iniciar la tramitación para derribar el edificio después de que en su interior apareciera una mujer emparedada que llevaba meses muerta.

El desalojo de los vecinos no ha sido ni mucho menos pacífico. En octubre, la concejala de Asuntos Sociales, Marcelina Elviro, lanzó un ultimátum a los inquilinos para que dejaran sus casas y ocuparan las que el ayuntamiento les había concedido. En cambio, muchos de los habitantes se negaron a marcharse porque no estaban satisfechos con sus nuevas viviendas, situadas en el entorno de Aldea Moret. La situación del inmueble de la calle Río Ródano llegó a ser insostenible. Hasta tal punto que en septiembre la empresa Conyser sacó del edificio 15.000 kilos de basura.

Finalmente, en diciembre todas las familias tanto legales --a las que se les concedió otra vivienda social-- como los ilegales --a los que se les envió órdenes judiciales de desahucio-- habían abandonado el inmueble que fue su hogar durante veinte años. Ahora el edificio se encuentra tapiado y vallado.

FUTURO DEL EDIFICIO

El futuro uso del Bloque C ha tenido varias idas y venidas. En principio se pensó en derribarlo y dejar vacío el espacio que ocupaba, después se decidió tirarlo y construir una plaza como homenaje al olvido de lo que en su parcela existió. Incluso los vecinos de Aldea Moret hicieron sus peticiones acerca del futuro del edificio: un parque infantil, una cárcel, un geriátrico, un centro de salud,... Hubo tantas iniciativas como colores. Después el Grupo Popular anunció su deseo de que el Bloque C fuera un geriátrico y finalmente parece ser que así será. El edificio se rehabilitará y en él se construirá una residencia de mayores, algo que puede costar cerca de 4 millones de euros.

Pero Aldea Moret volvió a los medios de comunicación en noviembre porque una treintena de familias gitanas levantaron chabolas al final de la calle Ródano para exigir al ayuntamiento que se les proporcionara una vivienda social. Los chabolistas pasaron allí la noche y al día siguiente fueron desalojados por la policía local. Su marcha no fue pacífica ya que llegaron a cortar el acceso a Aldea Moret durante toda la mañana y a provocar incendios que tuvieron que ser atendidos por los bomberos. Los chabolistas se despidieron con la condición de que el ayuntamiento negociara con ellos la adjudicación de viviendas sociales advirtiendo de que volverían a levantarlas si no las conseguían. Desde el gobierno municipal se llamó a la tranquilidad y se dejó claro que no sucumbiría a ningún tipo de presión.