"¿Adónde voy con la edad que tengo?", se pregunta Alvaro Márquez, que es junto a su mujer el vecino más antiguo del barrio, donde vive desde hace 50 años. Su casa es humilde pero posee unas vistas envidiables, aunque más que del valor económico a este matrimonio de 84 años le pueden los recuerdos que encierran en esas paredes. "En esta casa está toda mi vida, la de mi mujer y la de mi familia", explica el vecino. Buena muestra de ello son la cantidad de fotos que cuelgan de las paredes de su vivienda.

"Compré esta casa por 70.000 pesetas", recuerda este anciano, que explica que la adquirió cuando dejó la ganadería para trabajar como funcionario del ayuntamiento "primero como barrendero y luego como jardinero, hasta que me jubilé", señala.

Para su mujer, que apenas pude moverse como consecuencia de las secuelas de un infarto cerebral, la casa y "la tranquilidad que hay aquí" le facilitan la vida. "Salimos a la terraza --con vistas al complejo San Francisco-- le ayudo a que pasee por aquí", y cuando tiene tiempo también sale a pasear él por el barrio. Además una de sus hijas --"tenemos seis hijos", se apresura a matizar ella--, vive justo al lado y les echa una mano en las tareas del hogar. Ambos se resisten a abandonar: "Si hacen un parque que lo hagan, si hacen chalets que los hagan, pero no quiero irme".