La todavía alcaldesa de Cáceres, Elena Nevado, se ha ido unos días de viaje y es este lunes cuando tiene previsto incorporarse de nuevo a las tareas públicas en la recta final de su mandato. Es normal que la ya exmusa del peperío haya huido, como gato que trepa la olla, de esta vorágine insufrible, de este rocambolesco espectáculo que están ofreciendo este mes algunos de los políticos de nuestra ciudad con mensajes contrapuestos, dando pábulo a la rumorología y presos de un hermetismo informativo sobre los posibles pactos de gobierno impropio de las sociedad democráticas.

Elena Nevado ha sido una mujer que, en consonancia con la reina Letizia, ha tenido una energía capaz de atraer los fenómenos climatológicos adversos, pero, igual que la monarca, siempre ha esquivado la hoguera por muy altas que fueran las llamas. Esta vez, obligada por su partido de manera inconcebible a escapar por la puerta de atrás, ha salido igualmente victoriosa porque, ¡hay que ver de la que se ha librado!

Recuerdo una vez que invitaron a la alcaldesa a una cena con personas destacadas de la sociedad cacereña en diversos ámbitos, a la que tuve el gusto de asistir. La mandataria se retrasó casi dos horas a causa de la rotura de una tubería que inundó de forma desmesurada el área del puente de San Francisco. Poco antes de aquello, a punto de ser investida alcaldesa en su primera legislatura, durante una fiesta privada a la que acudió, un fallo eléctrico dejó a medio Cáceres sin luz.

Este tipo de fenómenos se han repetido de forma más virulenta en los últimos meses coincidiendo con que el patio político andaba revuelto en el hemiciclo cacereño. Así, en la última procesión de la Montaña, llovió a cántaros, en San Jorge ocurrió lo mismo pero con fallo incluido del mecanismo del dragón, (que terminó llegando a la plaza a bordo de una grúa de Eugenio), y un incendio se originó la noche en que se inauguró la feria.

La alcaldesa sabe que su partido va a perder la alcaldía, lo cierto es que la ha perdido en las urnas. Pero Rafa Mateos y los suyos no son como ella. Ella hubiera salido ahí fuera, hubiera cogido el toro por los cuernos, hubiera sido enérgica como su padre y al final hubiera gobernado. Pero Rafa y los suyos pasean por el ruedo como auténticos perdedores, oliendo que la espada podría terminar con su lenta agonía.

Pedro Sánchez, presidente en funciones, ha dicho: «O gobierna el PSOE o gobierna el PSOE». Es lo más sensato que he escuchado en semanas. De modo que o gobierna Salaya o gobierna Salaya, que para eso ha ganado las elecciones. Y dejemos los experimientos, y dejemos que la legitimidad de las urnas convierta al Partido Socialista en la formación que dirija los designios de nuestra ciudad durante los próximos cuatro años.

Política útil

Los políticos deberían emplearse a fondo en hacer política útil para todos los cacereños. Ese tiene que ser el objetivo inequívoco de los que mandan. La historia es cíclica, se repite. Y si no, acuérdense de la supresión de pagos con los Austrias y con los Borbones en la España Imperial, a pesar del oro que nos llegaba de las Indias

En cualquier coyuntura histórica, el poder económico (y dentro de él, las finanzas) ocupa el núcleo del campo de poder, y eso es lo que marcan las ideas y los programas. Los políticos siempre han perdido capacidad real de gobierno. Leía hace poco una entrevista al pintor venezolano Roberto Estanga. Contestaba de forma rotunda y elocuente: «Es el país mejor desorganizado del mundo. Todos mandan, pero nadie hace un carajo».

Yo quiero una ciudad en la que se gobierne sin sobresaltos, una ciudad que progrese y que ayude a los trabajadores a salir adelante. Elías y Jesús (los hermanos Denche) tienen un taller en San Francisco. Revisan mis filtros y cambian el aceite de mi coche. No me estafan, me permiten pagarles a plazos si un mes ando más achuchado. Llegan temprano a trabajar, se van a última hora. Los fríen a impuestos, pero siempre tienen una sonrisa, una mano tendida cuando el motor falla. Al lado está La Chimenea, bar de encantadores dueños, que atienden en su terraza amablemente. Más allá, el San Francisco, donde me sirvieron unas anchoas para chuparse los dedos en su terraza con vistas al Museo de Pedrilla, que es un privilegio para los ojos. Todos ellos son unos currantes de veras, autónomos que se ganan la vida con esfuerzo sobresaliente.

Hay gente que lo pasa mal en nuestra ciudad, que no tiene para llegar a fin de mes. Que controla la nevera, la cesta de la compra, hace hucha para poder ir a la piscina en los días de calor... Hace poco, Beni Junco, que es de Salorino, me puso en contacto con Juan Mari Donoso, de 44 años. Va a hacer cuatro que llegó a Cáceres procedente de Mérida. Desempleado, decidió cumplir su pasión dedicándose a la música y encontró su camino.

Con su base y su guitarra hace fusiones de pop-flamenco y por su repertorio, grandes como George Michael, Cecilia y su ‘Ramito de violetas’, ‘El amor’ de José Luis Perales, o ‘Amigo’ de Roberto Carlos. Juan Mari ha estado en Bélgica rodando un video con Pablo Monge, sobrino de Serranito, ha acariciado la guitarra de Vicente Amigo, y cuando paseas por la parte antigua y escuchas alguno de estos temas de sus manos es difícil que no te recorra un ligero escalofrío.

Hay una cosa buena de los políticos, y es que al abandonar los cargos de pronto se convierten en personas como las demás. Todos los que han pasado por el despacho del ayuntamiento, de alguna u otra manera, han salido tocados: el estrés, la presión ciudadano, los codazos de los tuyos, de los contrincantes, el ego, el no tener los pies en el suelo, la falta de humildad, el creer que el cargo es vitalicio. Todo esto también le ha ocurrido a Elena Nevado, que ahora puede ver los toros desde la barrera porque ella nació para nunca perder. No es de extrañar que en sus círculos privados asegure: «Yo estoy feliz y contenta, Dios me ayuda y ya no seré alcaldesa porque si lo hubiera sido y hubieran hecho en Cáceres una mina, por dignidad hubiera exigido que me enterraran en ese hoyo en La Montaña». Así, al más puro estilo Elena plantando cara a los que ahora mandan.