--¿Cómo era Cáceres cuando llegó al consistorio en 1987?

--La ciudad despegó en las dos legislaturas de Sánchez Polo. Había un ambientazo impresionante y actos culturales buenísimos. Cuando él se fue, Cáceres volvió a la tranquilidad y ahí seguimos. Recuerdo los conciertos y los Carnavales, y cómo la gente se quería venir a estudiar aquí por el ambiente.

--Se encargó primero de Parques y Jardines...

--Guardo con orgullo que pudimos tener el parque del Príncipe, su invernadero y el Olivar Chico de los Frailes. El parque estaba semiabandonado y tuvimos que pleitear para ordenar todo aquello. Luego hubo que hacer obras como el canal que lo atraviesa y, sobre todo, empezar el invernadero. Con Diosdado Simón, un técnico de jardines maravilloso, conseguimos implicar a la gente en un aula ecológica. Regalábamos macetas en San Jorge. Recuerdo también a Chema Corrales y los talleres con niños. Tampoco olvidaré la remodelación que hicimos de la plaza de Colón.

--Luego le tocó dirigir el área de Policía Local y Tráfico. Recibió muchas críticas...

--Sí, por la grúa y los cambios en el tráfico. Tuve que luchar contra cosas que no podían estar. Mis primeras canas me salieron en aquella legislatura. Todo el mundo cree que sabe de tráfico. Cuando me nombraron concejala, me pusieron una multa por dejar el coche en un vado. La pagué y la colgué en mi despacho. A quien iba a llorarme para que se la quitara, le decía que yo también había tenido que pagar.

--Vivió los primeros disturbios registrados en la Madrila. ¿Cómo los afrontó?

--Lo viví muy mal. Acababa de ser nombrada concejala de Seguridad y me encontré con aquello, que fue horrible. Aquello fue terrible, pero se superó.

--Pasado el tiempo, ¿qué lectura hace ahora de lo que ocurrió?

--Creo que sí que habría algún responsable. Recuerdo que tuvimos el apoyo de José María Saponi, que estaba en la oposición. No había los enfrentamientos de ahora. De hecho, salí del ayuntamiento con muchos amigos de los otros partidos. Puedes ser adversario, pero no enemigo.

--¿Por qué la situación de la movida no se termina de arreglar?

--Es difícil, no excesivamente conflictiva, pero sí difícil. Nadie tiene derecho a robarle el descanso a otro, pero tal vez los locales tendrían que estar más insonorizados y que la gente no esté tanto en la calle. Es muy fácil decirlo, pero cuando sales con tus amigos de copas la verdad es que no te callas en la calle y hablas cada vez más alto. Entonces es un problema muy difícil de solucionar. Ahora bien, también hay algunos vecinos intransigentes. Recuerdo que tuvimos un problema con uno que vivía encima de Atrio. No creo que el restaurante diera excesivas molestias. El problema se terminó cuando los de dueños de Atrio le compraron el piso al señor y él se compró otro.

--Se retiró de la política activa tras ser diputada provincial de Turismo. ¿Por dónde cree que pasa el futuro de Cáceres?

--Si tuviera una varita mágica, querría que Cáceres volviera a tener vida social, cultural y estudiantil. No sé cuál es el futuro. Los partidos han cambiado mucho. Los que antes estábamos luchando por algo era porque realmente teníamos esa ideología, porque queríamos ayudar a nuestro pueblo o hacer algo por la sociedad. No digo que ahora no sea así, pero veo más intereses personales y de partido que los intereses por la ciudad.

--¿Qué es lo mejor que le ha dado la política municipal?

--La gestión. Me he podido equivocar en algunas ocasiones y en otras, no. También la convivencia en el ayuntamiento. Lo peor fue la última legislatura que estuve en el ayuntamiento. Creo que hice una buena labor en la diputación, en el patronato de Turismo, que estaba un poco hundido y volvió a aflorar. Todo el mundo lo reconoció.