La segunda planta de la residencia Cervantes se sometió a una reforma hace ahora seis años, con el objetivo de poder ampliar las plazas de dependientes en el centro de mayores. En cambio la obra finalizó y la planta continúa cerrada hasta el día de hoy. Durante la primera ola de la pandemia sí se utilizó como zona de aislamiento para los ancianos contagiados (el espacio se mantiene también reservado en esta segunda oleada por si fuera otra vez necesario en caso de que el virus volviera a entrar en las instalaciones).

Ahora la Consejería de Sanidad apunta a esta residencia como una de las seleccionadas para convertirse en un centro medicalizado con el nuevo modelo de geriátricos que prepara la Junta de Extremadura para mejorar la atención, tras los errores detectados durante la crisis sanitaria. Para ello se utilizará esta segunda planta, pero se reservará una parte también para poder acoger a más usuarios con un mayor nivel de dependencia, que fue para lo que se ejecutó la obra.

La reforma iba a permitir aumentar la capacidad del centro a 204 plazas, de las que 136 serían ocupadas por usuarios válidos y 68 para dependientes, el doble de las plazas de las que dispone actualmente para estos mayores. En concreto se rehabilitaron 32 habitaciones, que hasta ese momento eran utilizadas por ancianos autónomos, y se construyeron un comedor y dos nuevos cuartos de baño. La obra finalizó pero nunca llegó a dotarse del mobiliario necesario, razón por la que nunca llegó a abrirse.

Su puesta en marcha es una demanda histórica de los cacereños, que llegó incluso al pleno del Ayuntamiento de Cáceres. Hace justo un año que los partidos políticos aprobaran una moción para reclamar a la Consejería de Sanidad su apertura, pero la petición continúa sin hacerse efectiva. La Junta de Extremadura aclara ahora que no se ha abandonado el proyecto, pero se readaptará para poder utilizar también esa planta para convertir el centro en un geriátrico medicalizado.