El hospital San Pedro de Alcántara se llenó de pacientes infectados por coronavirus en pocos días. Entre las cinco plantas de este centro hospitalario destinadas en exclusiva a enfermos de covid-19 llegó a haber ingresadas más de 200 personas, la mayoría con una afectación grave. Ante la situación de colapso que se empezaba a vivir y observando cómo evolucionaba el virus en personas mayores de 60 años y con patologías previas (la mayoría terminaban falleciendo), el equipo de Medicina Interna, y el concreto el doctor José María Saponi, se puso en contacto con la unidad de investigación de este complejo hospitalario, que dirige José Zamorano. Había que ponerse a trabajar para frenar que el virus llegase a los pulmones y provocara un colapso irreversible.

Hasta el momento la enfermedad está siendo tratada con diversos fármacos sin evidencia científica de su eficacia. Y la vacuna tardará (algunos expertos creen que no estará disponible para toda la población hasta 2022), por lo que había que buscar alternativas. Tampoco hay evidencias en cuanto a su actuación en el organismo de las personas. Cada vez se van despejando más dudas, pero lo cierto es que sigue habiendo muchas incógnitas.

Una de ellas, cuanto menos sorprendente, es que, como detalla Zamorano, a pesar de que el virus donde más daño causa es a nivel pulmonar no se han encontrado enfermos diagnosticados con asma, al menos en los estudios a pacientes que se han realizado en China (los infectados con EPOC, una enfermedad pulmonar crónica pero no alérgica como el asma, tienen, por contra, más riesgo de sufrir una infección grave por covid). «Las razones por las que no encuentran asmáticos puede ser un misterio, aunque habría que por ejemplo esperar a series de pacientes occidentales», añade el investigador.

Tras leer varios estudios e investigaciones Zamorano se puso a trabajar sobre la hipótesis de intentar atacar el virus en su fase más temprana, para evitar que se replicase y terminase entrando en el organismo. «Todo virus requiere, para expandirse, de la maquinaria celular del paciente, nosotros investigamos qué maquinaria celular es la que usa el virus para replicarse para poder encontrar algún medicamento que pudiera paralizar la maquinaria celular del paciente que usa este virus», explica el investigador.

Tal y como explica el experto, cualquier virus utiliza unos receptores para reproducirse y acabar invadiendo las células del organismo. En el caso de este, el SARS-COV2, se vale de un receptor (ECA2) que a su vez funciona como protector de las enfermedades de alto riesgo asociadas al covid-19, como son la diabetes, la hipertensión o las enfermedades cardiovasculares. Lo lógico sería pensar que hay que atacar este receptor y disminuir su capacidad de acción para impedir que el virus se replique, pero José Zamorano cree que lo más eficaz es hacer justo lo contrario: «Este receptor, en otras enfermedades virales es protector, es decir, si lo estimulas, ayudas a que baje la inflamación. En la teoría, lo primero que piensas es disminuir el receptor para controlar la infección pero claro, si disminuyes ese receptor estás desprotegiendo frente a esas otras enfermedades. Así que, en realidad lo que hay que hacer es aumentarlo», explica José Zamorano.

Los jóvenes y las mujeres tienen unas dosis más elevadas de este receptor, precisamente por eso el covid-19 ataca más a los mayores de 60 años y a los hombres porque se encuentran más desprotegidos. «Si estas personas de por sí tienen estos receptores bajos el virus se los quita más. En realidad les está quitando una proteína que es preventiva así que, en contra de lo que podíamos pensar, en vez de bajar los niveles de este receptor, posiblemente lo que hay que hacer es subir los receptores del virus que van a ser protectores porque tienen un efecto antiinflamatorio y antifibrótico», insiste José Zamorano.

Pero hay más. Este virus se vale asimismo de otros correceptores para conseguir colapsar el organismo. Estos otros actúan de una forma contraria al primero, porque ayudan a potenciar la inflamación y que llegue a los pulmones. «La hipótesis es que los pacientes que tienen menos receptores del primero usan más del segundo, que es el proinflamatorio. Lo que vamos a intentar es bloquear este segundo», afirma el especialista. Para ello están utilizando fármacos de uso cotidiano: El Ara II para potenciar la presencia del primer receptor y la ciclosporina para reducir los otros correceptores puesto que tiene una actividad antiviral y antiinflamatoria que ayuda a controlar el virus. De momento no han extraído las conclusiones. Ese será el siguiente paso aunque, hasta ahora, las impresiones son positivas y los pacientes evolucionan de manera favorable.

«Había que hacer algo porque los pacientes se estaban muriendo de forma descontrolada»

«Los pacientes se estaban muriendo de forma descontrolada y había que hacer algo». Lo cuenta José María Saponi, especialista en Medicina Interna, que veía cada día la evolución que el virus tenía en los enfermos, con un desenlace fatal. Fue él el que decidió ponerse en contacto con la unidad de investigación con el objetivo de intentar hallar algún tratamiento que frenara la acción del virus.

Así fue como el responsable de esta unidad científica, José Zamorano, comenzó a trabajar. De sus estudios concluyó que lo más efectivo sería ir directamente a atacar el virus: «Lo que tratábamos hasta ahora no era contra el propio virus, sino contra los problemas que producía el virus. Pero hemos descubierto que hay que atajar el virus en sus fases iniciales», afirma Saponi.

El objetivo no es otro que conseguir que los pacientes no lleguen a pasar de la planta y evitar así el mayor número de ingresos en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) y en la Unidad de Cuidados Respiratorios Intermedios (UCRI). «Hemos empezado a tratar con la ciclosporina porque creemos que así cortamos mucho antes la fase vírica», añade.

En estos momentos están comenzando a recoger los datos de los pacientes que están siendo tratados con este fármaco y cuál es su evolución para poder extraer después los resultados. «Los pacientes están evolucionando de manera satisfactoria. Hay evidencia científica de que puede ser usado en ambas fases, en la vírica y en la inflamación», insiste este especialista.

Medicina Interna es la especialidad que se encarga de tratar a la mayor parte de los pacientes con coronavirus del área de salud de Cáceres. Desde hace unas semanas ha disminuido el número de ingresos. Viven en una «calma tensa», pero no hay que bajar la guardia.