El Café Cantante, en la calle Santa Joaquina de Vedruna, fue el comienzo de una rocambolesca aventura protagonizada por la Policía Local y un joven que se inició en la madrugada del viernes y que acabó en los calabozos.

A las 04.30 horas unos policías de paisano sorprendieron al muchacho mientras "pateaba" una papelera. Los agentes le pidieron que se identificara. El titubeó, al parecer dudando de que se tratara de policías, ya que no iban uniformados. Al mostrar la placa, dio unos datos falsos y los agentes lo detuvieron.

Avisaron a un coche patrulla. El joven, según la Policía Local, se resistió a entrar en el vehículo. Finalmente, no tuvo más remedio y lo hizo. La patrulla se dirigió hacia la comisaría, en Diego María Crehuet. Al parar el coche, el joven se dio a la fuga y logró despistar a los agentes. Se inició una larga persecución entre los policías y el detenido. La patrulla de a pie no lo encontraba por ningún sitio.

Pero los que iban en el coche tuvieron la suerte de que el muchacho, a la altura de la calle Donantes de Sangre, se cayó al suelo. Entonces consiguieron retenerle y lo llevaron al calabozo, donde pasó la noche. Tras prestar declaración, el viernes por la mañana quedó finalmente en libertad. Hay noches en las que es mejor quedarse en casa y ahorrarse una buena movida.