El 27 de febrero de 1861, tanto el Boletín Oficial de la Provincia de Cáceres como la Gaceta de Madrid, publicaban la convocatoria para cubrir una plaza de arquitecto municipal con destino al Ayuntamiento de Cáceres, debido a la jubilación del anterior arquitecto titular Antonio Jiménez. Para cubrir el puesto, dotado con 8.000 reales anuales, se exige la presentación de los méritos de cada aspirante, entre los que se valoran como más significativos «acreditar los mayores conocimientos teóricos y prácticos y que hayan dirigido obras importantes». A la convocatoria se presentan tres arquitectos, siendo concedida la plaza a Ignacio María de Michelena, un experimentado arquitecto que en aquella época ya había participado en diferentes obras, tanto en España como en Francia.

Michelena había nacido en 1815 en el municipio guipuzcoano de Oyarzun, falleciendo en Madrid en 1874. Desde niño muestra una habilidad especial en el mundo del dibujo, una cualidad que le ayudará para que, bajo la protección de su tío, el insigne arquitecto vasco Pedro Manuel de Ugartemendía, se inicie en el mundo de la arquitectura. Fallecido su tío se traslada a Francia en 1836, donde continua con su aprendizaje y formación. En 1839 se instala en Madrid donde obtiene el título de arquitectura en 1841, en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. En 1843 es nombrado Arquitecto-Fontanero de Santander y en 1845 Arquitecto Mayor de esa misma ciudad, donde pasa 11 años compatibilizando su puesto con el de director de caminos vecinales en Madrid, ciudad en la que acabará por instalarse. Convertido en un experto arquitecto, con amplios conocimientos en la realización de obras, tanto religiosas como civiles, aparece por Cáceres en abril de 1861, cuando es nombrado arquitecto municipal de la ciudad.

Su obra más importante en Cáceres será el diseño de la nueva casa consistorial que se proyecta construir, una obra para la que el ayuntamiento había adquirido un solar en la misma Plaza Mayor, como correspondía a tan distinguido edifico público. Una obra que también sería motivo de polémica por parte de Michelena, que llega a dimitir como arquitecto municipal en 1863 debido a los cambios que el alcalde le plantea a su proyecto, cambios que inciden tanto en su apartado económico como técnico. El edificio presupuestado en casi 900.000 reales, acabará por ejecutarse por algo menos de 600.000 y el proyecto inicial debe adaptarse a las nuevas condiciones financieras, eliminando diferentes elementos decorativos, especialmente de la fachada. Por fin, después de haber dimitido y haberse reincorporado de nuevo a la plaza de arquitecto, Michelena presenta un último proyecto para que de una vez se pueda construir un nuevo ayuntamiento, que será el que acabe por ejecutarse. Michelena, después de diferentes desencuentros con las autoridades municipales, acaba por renunciar de manera definitiva como arquitecto de Cáceres, según su propio testimonio «por decoro de la profesión». Se marcha a Oviedo como arquitecto de esa ciudad y posteriormente se traslada definitivamente a Madrid donde fallece, cuando aún no había cumplido los 60 años. En Cáceres, Michelena, dejará para la historia local el proyecto de un edificio público que, desde su inauguración el 26 de noviembre de 1869, es la sede concejil de las gentes de esta ciudad.