Una imagen vale más que mil palabras. En ocasiones, solo el poder de una mirada es capaz de condensar una realidad para la que las palabras se quedan cortas. El ojo se convierte en el mejor testigo cuando todo lo que se dice, por demasiado que sea, no alcanza. Y en esta cuarentena, insólita e inesperada, ha dejado sin palabras a más de uno. Es por este motivo que muchos han decidido retratarla a través de la vista, uno de los sentidos más poderosos porque lo que no se ve no existe.

Así fue como hace semanas el reconocido festival PhotoEspaña lanzó una iniciativa para que todo aquel que quisiera, fotógrafo o aficionado, compartiera su particular retrato de la cuarentena. «En estos momentos en los que el mundo se encuentra sumergido en una etapa complicada, ventanas y balcones han pasado a la primera línea y, más que nunca, están cargados de significado», recoge la organización, que a su vez refleja cómo autores como Picasso, Dali, Magritté, Hopper usaron este recurso para la representación artística para descubrir descubren una realidad exterior o como símbolo de un anhelo.

Así, siguiendo la estela de decenas artistas, Cáceres, a través de su ayuntamiento, ha querido sumarse a la propuesta y ha recopilado sus particulares ‘miradas’ de balcón. Gestos mínimos, atardeceres rojizos, amaneceres con niebla, y nostalgias de una vida en la calle. Todas las realidades que han cabido en estos meses convulsos. En total, el certamen ha recopilado más de 30.000 imágenes de todo el país y casi 300 de Cáceres --204 en toda la provincia y 61 en la capital--, de las que un jurado ha seleccionado 2.450 que se exponen desde esta semana en los principales puntos desde los que se han tomado.

En concreto, en la capital el escenario será la plaza Mayor, una galería ‘a cielo abierto’ en pleno corazón de la ciudad la que desde esta semana cuelgan ya desde los propios balcones, como no podía ser de otra manera, unas lonas a gran tamaño con las seleccionadas por la organización del concurso. La muestra se inaugurará oficialmente este próximo jueves y estará expuesta hasta el 30 de julio.

Entre el medio centenar de elegidas se encuentra nombres como el del fotógrafo cacereño Tete Alejandre, que aprovechó el confinamiento para inmortalizar el nuevo y majestuoso edificio de la fundación Helga de Alvear en una mañana de niebla. En declaraciones a este diario, precisa cómo inmortalizó la imagen. «Me levanté temprano, había niebla muy densa que a ratos dejaba ver el edificio, tengo la suerte de tener una vistas magníficas y pensé en lo atrayente de ese momento, creí que es un reflejo de lo que estamos viviendo ahora y quise reflejar una metáfora de cómo la cultura ahora se envuelve con esa niebla», anota.

Otra de las imágenes está firmada también por el fotógrafo Carlos Mardones. Él también quiso capturar el instante frente a su ventana como reflejo onírico de la situación que ha dejado la pandemia. En su caso, la instantánea juega con el espacio de la fachada del edificio y una ventana en la que asoman una hilera de zapatos y la usa como punto de fuga para el espectador. «Quería hacer el contraste de la textura de la pared y la contraventana como agujero negro, en ella no hay reflejos, solo se ve el interior más oscuro en la que no hay presencia humana, se muestran los zapatos pero no se sabe si hay alguien dentro», pone de relieve.

Paradójicamente, ambos coinciden en que la cuarentena ha sido terreno baldío para la virtud creativa y ha hecho mella en la naturalidad con la que debe producirse su proceso artístico, en cualquier caso, han conseguido sortear la ausencia de las musas y han conseguido mirar más allá al margen de lo que el encierro obligado pretendía arrebatar.