La verdad es que nadie se explica la proliferación de buenos grupos musicales en Cáceres, dado el inexistente apoyo del ayuntamiento a la música, y por ende, a los jóvenes. Se ve que lo que se mantiene al margen de esta institución se hace fuerte. Cuestión de supervivencia.

Nuestros políticos deberían tomar nota de nuestros vecinos salmantinos, merecedores de dicha capitalidad hace ya unos años. Aunque parezca increíble, los locales municipales para músicos se encuentran en el mismo lugar que el cuartel de la policía local, una convivencia en completa armonía que viene dándose ya durante casi 20 años, algo totalmente impensable para la nuestra. Desde luego nos sacan 450 años de universidad, entre otras cosas, seamos realistas.

Si aún nos quedaban opciones en la antigua Facultad de Filosofía para nuestros anhelados locales, estas se han acabado con el párking que se está fraguando allí. ¿Pero es que se creen que llevándose los vehículos y la vida del centro histórico van a cubrir su subyugante deuda? ¿Quién les vendió esa vespa vieja?

Los parques, los pisos, las carreteras, se los acaba llevando el tiempo, los bolardos se arrancan fácilmente ¿verdad?, pero la música permanece, y permanecerá después de ustedes y sus torres de Babel. Aunque les de igual, los músicos cacereños somos más grandes que ustedes.

Cualquier mente abierta coincidirá conmigo en que a todos se nos quedó cara de gilip... cuando a nuestro ayuntamiento se le ocurrió la feliz idea de solicitar la capitalidad cultural para nuestra ciudad. Por lo menos entre el gremio musical cundió la risa amarga de la impotencia que causan los seres esperpénticos.

Desde luego, los músicos no nos avergonzamos de esta maravillosa ciudad, sino de nuestros políticos, de luchar, de comer kilómetros de carreteras y peligros y dejarnos lo mejor de nuestra juventud para decir que somos de Cáceres (extremeños), al ver que hasta los caballos del hípico, para una vez al año que se da dicho acontecimiento, tienen locales para permanecer unos días. Seguro que de esas cuadras hacíamos nosotros un lugar para crear y divertirnos trabajando, algo que quizá ustedes desconocen. Lo digo por sus constantes rictus constreñidos cuando trabajan. Pero ustedes le llamarán centro de ocio, y vendrá otro constructor a cobrarnos el garrafón a 5 euros, a costa de los hosteleros tradicionales de nuestra añorada plaza Mayor.

Estamos completamente seguros que no es ya sólo el coste o la inversión que para el ayuntamiento supone hacer unos locales donde sus músicos puedan desarrollarse e ilusionarse con sus proyectos. Creemos que este mal endémico que padece la ciudad forma parte de una estrategia para tenernos donde quieren, comprando en los centros comerciales y gastando el dinero que no tenemos. Y tengan por seguro de que si esta ciudad opta meritoriamente a la capitalidad cultural, no es por su trabajo, sino por los que aquí nos estamos dejando la pellica.