Estoy muy preocupado. Hasta ahora sabía que algunas personas deseaban enviarme muy lejos. Cuanto más mejor. Pero desde hace unos días incluso mis mejores amigos desean perderme de vista. Con una disculpa, eso sí: "¿Pero no te has ido a ver la nieve a Tornavacas? Debe estar precioso?".No lo sabes bien. Desde Peñanegra hasta el Torreón, en los aledaños del Calvitero, la capa de nieve ha camuflado los cerezos, los robles, las praderas y la población. De los aleros de los tejados y de algunas ramas cuelgan cristales tallados por la gravedad y el aire. Un cilindro de hielo sale de los caños de las fuentes y se adhiere al carámbano que llena su vaso. Tras los cristales de una ventana, una lumbre en el suelo, una mesa camilla, un brasero y una baraja. Calvotes, castañas pilongas, torreznos y un vasito de gloria.

Me entraron tantos deseos de volver a verlo y disfrutarlo que salí a por el coche. Pero en ese instante comenzó a nevar en Cáceres. Me asomé a la ventana con la esperanza de que hiciera desaparecer los automóviles, blanquera las calles y engalanara los parques. Aún estoy esperando. Creí adivinar que cuajaba en algunos parabrisas e incluso en la copa de algún árbol. Menos da una piedra.