Han adormecido esta ciudad porque así les interesa. Conviene para que los viajes a Madrid de la alcaldesa senadora sean más placenteros. Esta es la ciudad donde ya parece que nunca pasa nada, donde la alcaldesa se muestra indolente frente a los problemas de los comerciantes, de los empresarios, de los jóvenes o de los vecinos de nuestras barriadas.

Porque parece que no pasa nada cuando la obra más emblemática de este equipo de gobierno, la de Cánovas, queda tumbada por un comité de expertos; porque parece que no pasa nada con unas infraestructuras que no llegan; porque parece que no pasa nada con un cementerio que no aguanta más de un año sin ampliarse; porque parece que no pasa nada con decenas de niños y jóvenes fuera de las Escuelas Deportivas Municipales; porque parece que no pasa nada con un engaño masivo perpetrado a los comerciantes de esta ciudad; porque parece que no pasa nada dejando que el Cefot termine a su suerte; porque parece que no pasa nada cuando a nuestro alrededor decenas de edificios públicos y centenares de edificios privados ven cómo empiezan a amenazar ruina porque dejaron de ocuparse o de mejorarse y de su uso ya nadie se ocupa o se preocupa. Pero para la alcaldesa de esta ciudad, que vive una realidad paralela, nuestra ciudad está de moda.

Sucede, parafraseando la canción de Extremoduro, que los comerciantes están cansándose de promesas, que los jóvenes dejan de pensar en nuestra ciudad como un sitio de referencia, que hay poblaciones limítrofes, como Casar de Cáceres o como Arroyo, con un dinamismo municipal mucho mayor que el nuestro, que las inversiones privadas no llegan porque no generamos confianza. Todo esto sucede mientras que quien viaja tanto a Madrid se empeña en hacernos creer que estamos vestidos con trajes de futuro.

No aceptemos más engaños. Debemos decir sin rodeos que no aceptamos más cuentos como aquel del traje nuevo del emperador, porque en Cáceres sí pasan cosas, el problema es que muchas no suelen ser buenas.