A Pilar Boyero se le caían ayer las lágrimas. "Me enamoré de este rincón del barrio judío. La casa se caía y el premio por sacarla de la ruina han sido 4 años de psicosis y de que nos traten como si fuéramos delincuentes, pero no hemos hecho nada ilegal", declaraba.

Un arquitecto municipal acompañado de policías locales y un cerrajero entraron ayer en su casa con autorización judicial, aunque forzando la puerta. Dentro estaba la pareja de la cantante, también músico. Cambiaron la cerradura y le anunciaron que hoy empezarían las obras de derribo del altillo.

El abogado de la pareja no sale aún del asombro: "Es un caso excepcional" porque la obra se hizo "con cobertura legal". El edil de Urbanismo, José Antonio Villa, no quiso valorar el caso al ser anterior a su responsabilidad. Su predecesor, Andrés Nevado, dijo que "no hay más remedio que cumplir la orden judicial".

La cantante actuaba ayer en Mérida y al volver se enfrentaba con la "injusta" tarea de empaquetar sus cosas porque debe abandonar el que ha sido su hogar los últimos tres años. "He llorado mucho y estoy cansada de las trabas que nos ponen a quienes queremos vivir en esta zona. Aunque me indemnizaran --lamentaba--, todo el oro del mundo no paga lo que llevamos padecido por culpa del ayuntamiento".