En la exposición erótica colgada estos días en el claustro del café La fusa, en Cáceres, faltan algunos cuadros. A estas alturas todo el mundo conoce lo sucedido --la retirada de una obra en la que aparece una mujer desnuda junto a la estatua de san Pedro de Alcántara, por ser presuntamente ofesiva-- y todos cargan, y con razón, la responsabilidad sobre el comisario de la muestra, Emilio González, también participante.

Nadie niega que él es el responsable puesto que él tomó la decisión de retirar la obra ´Santa Cecilia, patrona del Womad´, aunque luego haya dado marcha atrás y haya pedido disculpas. Pero también es cierto que él ha sido el motor de esta exposición y de otras muchas organizadas desde el Departamento de Artes Plásticas del Ateneo. Que ha sido capaz de mover a la gente y ha cargado con trabajos que deberíamos haber hecho entre todos. Todo el mundo parece ignorar las horas de esfuerzo desinteresado de esta persona, entregada de lleno a que el citado departamento funcione y que a todo aquel que sienta la necesidad de expresarse a través de la plástica tenga su hueco. Todo esto y mucho más no es ningún mérito si se cobrara sustanciosamente por ello, pero tiene todo el mérito del mundo cuando se hace de forma altruista.

Todos cometemos errores alguna vez, y él aquí lo ha cometido, pero sin mala intención, sin prepotencia, sino a causa de un momento de debilidad, presionado por los auténticos culpables, los caciques de siempre que se piensan que todo sigue igual que antes de la democracia. Unos personajes que, en palabras de Machado y en boca de Joan Manuel Serrat, van apestando la tierra, individuos que tiran la piedra y esconden la mano para que el chaparrón se lo lleve otro, que no dan nunca la cara y que no usan medios democráticos para evitar que sus nombres se conozcan y sus firmas aparezcan en documentos de denuncias de los hechos que condenan. Si una persona siente "herida su sensibilidad" por un cuadro, su única vía es la denuncia en el juzgado. Y que sea el juez quien decida si procede o no la retirada.

Tengo un cuadro en esa exposición y mi primer impulso fue retirarlo. Así se lo manifesté a Emilio González. Pero Emilio es mi amigo y no se merece esto, ya que aunque mi gesto de protesta irá contra los caciques que piensan que pueden seguir censurando las formas de expresión o interviniendo en aquello que no es de su incumbencia, sería él precisamente el que iba a sufrir por mi decisión.

Además, he pensado que retirando el cuadro le haría el juego a estos ignorantes que aún no se han enterado que vivimos en el siglo XXI, que el erotismo existe desde la época de las cavernas, que ya los griegos lo tenían superado, que las iglesias románicas y los coros de las catedrales están llenos de escenas eróticas, que en ARCO se exponen obras mucho más atrevidas y nadie se escandaliza ni pretende retirarlas, que san Pedro de Alcántara se flagelaba y se tiraba en las zarzas cuando su imaginación le hacía ver mujeres desnudas y que el arte ha de ser provocador y transgresor, "como un paraguas y una máquina de coser encima de una mesa de operaciones", en palabras de Giorgio de Chirico. Y es que en esta Extremadura nuestra aún hay gente que vive en los tiempos de la Inquisición.

Vaya con esto mi sincero apoyo a Emilio González y al Colectivo de Artistas y Obreros del Mundo, cuyas obras me gustaría que volvieran a La fusa, y mi más rotunda repulsa hacia los inquisidores.