La Reina Católica en su visita a Cáceres dictó una ordenanza el día 9 de julio de 1477 por la que se fijaba la constitución del ayuntamiento cacereño, señalando los cargos que debería tener y especificándose las normas a tener en cuenta para su elección.

De esa misma fecha tenemos el acta de la ceremonia, presidida por Isabel la Católica, de nombramiento y constitución del Concejo de la Villa de Cáceres, ejecutándose según las Ordenanzas fijadas de los oficios concejiles por la propia Reina. En dichas ordenanzas se establecen, según Floriano Cumbreño, los cargos concejiles, su forma de elección, su duración y los salarios de mencionados cargos.

De entre todos los cargos nos vamos a fijar en el de los Fieles; se nombraron cuatro, sorteados entre ocho nombres que eligieron los Regidores de la villa. De los cuatro, dos desempeñarían su cargo durante los seis primeros meses del año y los otros dos durante el segundo semestre del año. Eran cargos anuales, de gran responsabilidad y dotados de un buen salario. En sucesivos años, en el mes de enero los Justicias y Regidores elegían ocho hombres capacitados para el oficio de Fieles, sorteándose entre ellos y se nombraban cuatro.

Este oficio era el más ingrato del ayuntamiento cacereño ya que los Fieles hacían las funciones de policía urbana, de revisión de pesos y medidas, de vigilancia de los mercados y de los talleres artesanales, de supervisión de los precios y productos... Por lo que a través de documentos existentes en el Archivo Histórico Municipal se aprecia que era difícil encontrar a las personas que quisieran realizarlo, llegando a veces algunos, ante lo ingrato de la tarea, a no ejercerlo personalmente y delegarlo en otras personas.

Ante las denuncias por ello del Procurador Diego Gómez de Torres y de los Regidores Gonzalo de Ulloa y Alvaro de Rivera, como consecuencia de la corrupción que había en el desempeño de los Fieles, el Rey Fernando el Católico dictó una Real Carta, dada en Medina del Campo el 13 de marzo de 1482, mandando que se guardaran las ordenanzas en la elección de los oficios de Fialdad y que los que fueran nombrados sirvieran el cargo personalmente y no a través de otras personas.

De esta forma, el Rey Católico intentó poner orden en la organización del Concejo de la Villa de Cáceres, ya que en apenas cinco años se habían violado las ordenanzas no cumpliéndose lo estipulado por la Reina Católica.