El autor de tan curiosa experiencia metateatral, que el público cacereño vio el pasado sábado en las abarrotadas gradas de la plaza de Las Veletas, es Álvaro Tato, el también actor de Ron-Lalá que ha escrito y publicado este «descacharrante regreso al Barroco, con admirable brillantez y gracia».

Alba, que después encarnará a la dama Aurora, la estupenda actriz Alba Vanega, juega didácticamente, a modo de presentación, con ser la profesora de Literatura, que explica a su alumnado, el público allí existente, explicándoles las características de una comedia de capa y espada barroca, como la que van a presenciar a continuación. Y ella, después se transmuta en la solicitada dama por partida doble: por el duro corregidor Carlos Lorenzo y también por el galán don Daniel; pero sin inclinarse por ninguno de los dos. Acto seguido huyen el galán y su criado, el gracioso y musical Pico, de las garras del Corregidor, de quien se salvan gracias al hechizo de una bruja, que también hará de simpática criada suya, Sol López y los lanzará hacia a el siglo XXI.

En este tiempo actual ya se despiden de los atributos de sus personajes barrocos que antes interpretaban y se ponen a reflexionar sobre las flechas del Amor, que «todas hieren pero una mata», así como sobre las cimas y abismos del amor y del deseo, también valorando el precio de la libertad de la mujer, muy recortado en el Barroco.

El trepidante ritmo ocasionado por tanto cambio de situación y avivado por una prodigiosa versificación, basado en redondillas, alguna quintilla y ciertos sonetos, muy bien recitados, provocaba la constante hilaridad y una pasmosa admiración por tan excelente interpretación, con su buena caracterización. El escenario muy sencillo, a la antigua usanza, bien apoyado por los oportunos cambios de luces, consiguieron un ingenioso, inteligente y placentero espectáculo. Entre las escenas más destacadas la nocturna en el jardín, donde solo provistos de unas lámparas Led en sus manos jugaron simpáticamente a unas muy cómicas confusiones.

Este desafío literario y teatral, que evocó de forma festiva y lúdica los antiguos corrales de comedia, con la técnica del teatro dentro del teatro, según el cual la imaginación del espectador es la verdadera protagonista, consiguió una exitosa puesta en escena, gracias especialmente a la buena dirección de Yayo Cáceres y su buen equipo técnico y artístico: el público entusiasmado y puesto en pie premió largamente con una muy cerrada ovación.