Un paisaje ancestral de agua, naturaleza y cielo como escenario del arte más rebelde. Dos conceptos antagónicos, eternidad y revolución, que sin embargo conviven en la mayor armonía. Solo un genio podía concebir semejante fusión y ese genio se llamaba Wolf Vostell, uno de los artistas más influyentes de la segunda mitad del siglo XX. Fue una figura fundamental del arte contemporáneo de posguerra, descubridor de la técnica del dé-collage, padre del Happening en Europa e instaurador y miembro del movimiento Fluxus y del videoarte. Dejó su legado a Extremadura, a Cáceres, a un pequeño pueblo como Malpartida de 4.000 habitantes que acaba de ser elevado a los altares del arte.

El Museo Vostell Malpartida recibirá en breve la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes, que concede el Ministerio de Cultura a aquellas personas, corporaciones o instituciones que destacan por su labor. Fue concebido por este artista imprescindible en pintura, escultura, instalación, danza e incluso publicidad, profundamente marcado por los efectos del Holocausto. «Fue en el año 1974 cuando Vostell conoce el paraje de Los Barruecos y lo declara de manera inmediata obra de arte de la naturaleza. Imagina allí la inclusión de un proyecto de vanguardia porque allí estaban sus dos ámbitos de referencia: el arte y la vida», relata José Antonio Agúndez, director del Museo Vostell y apasionado de este legado. «Se trata de un paisaje eterno y sin embargo lleno de procesos: la luz, el agua, el aire, la fauna o la vegetación van cambiando, y esas expresiones estaban muy ligadas a los movimientos de arte contemporáneo con los que Vostell trabajaba», explica.

El artista quedó fascinado y se puso en contacto con el Ayuntamiento de Malpartida, que había adquirido el histórico edificio del lavadero de lanas de Los Barruecos y lo cedió a Vostell. Comenzó la singular aventura de Wolf y su esposa Mercedes Guardado, escritora, cofundadora y actual directora artística del museo. «Se inauguró en 1976, cuando todavía no teníamos Constitución ni Estatuto de Autonomía. Había muy pocos proyectos de arte contemporáneo en España y esta iniciativa del matrimonio Vostell fue absolutamente única, distinta, original...», recuerda José Antonio Agúndez.

El desembarco de Dalí

Los primeros años registraron una actividad frenética. Luego se produjo cierta relajación. Fue a partir de 1988 cuando cuajó definitivamente el museo, coincidiendo con la instalación de la pieza ‘El telón final de Parsifal’, concebida por Salvador Dalí a través de una composición de veinte Sanglas. Ambos acordaron realizar un intercambio y Vostell regaló al Museo Gala/Dalí su ‘Obelisco de la televisión-depresión endógena’. También en aquellos momentos el museo quedó vinculado a la Junta de Extremadura y se restauró el edificio. En 1989, la región fue por primera vez a la feria Arco de la mano del Museo Vostell.

«Hablamos de una etapa de cuarenta años con mucho oficio, mucho trabajo, con la vinculación de las instituciones y del pueblo de Malpartida, con la llegada de numerosos artistas, coleccionistas, historiadores y profesores en torno a Vostell... Es uno de esos grandes proyectos en lo que todo confluye», subraya el director.

Fruto de esta intensa trayectoria, el museo alberga tres grandes colecciones de arte contemporáneo. La primera, ‘Colección Wolf y Mercedes Vostell’, acoge la representación de los ciclos más interesantes del fundador: pinturas, cuadros-objetos, instalaciones, proyectos escultóricos... La segunda, ‘Colección Fluxus-Donación Gino Di Maggio’, aportada por este artista italiano, recoge 230 obras de 31 artistas pioneros del movimiento Fluxus, en el que participó Vostell.

Y la tercera, ‘Colección de Artistas Conceptuales’, engloba las creaciones de múltiples artistas de distintos países que llegaron hasta Los Barruecos desde principios de los años 70, con múltiples referencias a diferentes movimientos.

Medio millar de obras

Estas tres colecciones reúnen a más de 100 artistas internacionales y suman 500 obras de arte, propiedad del patrimonio extremeño. A ellas se une el Archivo Happening Vostell, una joya documental de los grandes proyectos de Vostell, convertido en centro de investigación para estudiosos. También destaca el Centro de Interpretación de la Vías Pecuarias e Historia del Lavadero de Lanas, sobre la interesante historia del recinto.

La oferta es todavía más extensa, porque el museo complementa su contenido con actividades paralelas a lo largo del año, entre ellas exposiciones individuales o colectivas (por allí han pasado por ejemplo las obras de Yoko Ono), eventos de performance o Happening, conferencias, simposiums, congresos, videoarte y un ciclo muy consolidado de música contemporánea que comenzó hace 21 años, cuya acogida fue realmente sorprendente y hoy cuenta con el respaldo del Centro Nacional de Difusión de la Música del Ministerio de Cultura. Atrae público de todos los rincones del país, interesado en creaciones muy innovadoras rodeadas de naturaleza.

El museo registra 45.000 visitantes anuales, una cifra elevada para tratarse de un centro de arte contemporáneo. «Gusta más o menos, pero no deja indiferente a nadie», afirma su director. Tanto es así que le ha valido el mayor reconocimiento cultural que se concede en el país. Vostell no podrá verlo, pero Mercedes será su mejor testigo.