Un día de 1982, al salir de Rock-Ola, los Siniestro Total se encontraron con el papamóvil. Julián Hernández, uno de los componentes de la banda recuerda que se pusieron a saludar al entonces papa Juan Pablo II y este miró para otro lado. Esta es una de las anécdotas que recoge el libro ‘La movida madrileña’ que firma la cacereña Ana Aparicio (Cáceres, 1980) y que ofrece un paseo por una de las épocas más vibrantes, creativas y transgresoras que vivió el país ya en democracia.

El libro ha sido publicado por la editorial Tébar Flores y recoge vivencias de una treintena de grupos y testimonios de casi una veintena, entre ellos Siniestro Total, Ilegales, Kaka de Luxe, Alaska y Dinarama, Gabinete Caligari, Derribos Arias, Glutamato Ye-yé, Aviador Dro y Golpes Bajos. Los textos de la cacereña están acompañados de fotografías inéditas tomadas en aquella época por Eduardo Cimadevila. El título se presenta hoy jueves, 6 de febrero, a las 19.00 horas en la sala Madrid me mata.

Aunque el movimiento se extendió a todas las disciplinas, fotografía, pintura, cine y moda, Aparicio se centra especialmente el aspecto musical. La cacereña es profesora de Imagen y Sonido en Madrid aunque su afición por la movida arrancó en su infancia. «Cuando nací había un programa que se llama La bola de cristal, fue la primera fuente de inspiración que me hizo sentir que yo quería dedicar mi vida a temas musicales», pone de relieve en declaraciones a este diario. Más tarde, se marchó a estudiar a Salamanca. «Hice prácticas en Antena 3 y ahí conocí Cristina Meana y Carlos Pozo, me hablaron mucho de la movida y me metieron ese gusanillo». Tanto que su trabajo de fin de carrera estudió por qué supuso el resurgir de tantos géneros musicales y tanta nueva música. Siempre vinculada a la música, pasó por Reino Unido, Holanda y acabó en Madrid y dedicada a la docencia. Coincidió en el centro con Eduardo y finalmente acabaron dándole forma al proyecto del libro.

Reconoce que ha sido una experiencia «inolvidable» y confiesa que tras elaborar las entrevistas lo más interesante que queda es que existen muchas «vertientes» de la Movida madrileña y «muy divergentes». Cada uno la vivió de una manera. Mientras que para Juanma del Olmo, de Los Elegantes, no era más que la nueva ola madrileña o para Álvaro Urquijo no existió una movida de la que sintieran parte en cambio para Patacho, de Glutamato Yeyé «cada día era una fiesta, una fiesta continua, las veinticuatro horas al día, los siete días de la semana, las cuatro semanas del mes». Muchas Movidas en una pero todas para la historia.