Hicieron ayer historia al convertirse en las primeras ocho mujeres hermanas de carga de la cofradía de Nuestra Señora la Virgen de la Montaña, condición que les permitió cargar las andas de la patrona de Cáceres, que ayer volvió a bajar en procesión a la ciudad con motivo de su novenario, costumbre que se remonta al 3 de mayo de 1641 cuando la talla procesionó por vez primera desde su santuario hasta la capital ante las peticiones del vecindario en un año de grandes sequías.

Con túnica azul cielo, capelina, guantes y cinturón blancos, y zapato negro, las ocho mujeres cumplieron el sueño que inició en 2005 una de ellas, Nazaret Paniagua, una joven que ahora reside en Barcelona, ciudad donde trabaja en una asesoría, y que entonces reclamó el cambio de estatutos de la Real Cofradía para que las mujeres pudieran cargar con las andas, un derecho hasta entonces exclusivo de los hombres.

La junta de gobierno de la cofradía que preside desde 2008 Joaquín Manuel Floriano, promovió el cambio de estatutos para hacer valer este privilegio que ayer, por fin, se hizo realidad. Junto a Nazaret, María del Carmen Floriano Márquez, Pilar Garzo Fernández, María José García Rodríguez, Sandra García Rodríguez, Gema Mendoza Santos, Belén García Trujillo y Guadalupe Martín Camacho, engrosan la lista de mujeres que ayer desfilaron en igualdad de condiciones que los hombres.

Lo hicieron repartidas en varios turnos y ocupando diversas posiciones en virtud de la estatura y complexión de cada una de ellas. Todas tuvieron oportunidad de llevar a su patrona hasta Concejo, todas irradiaban la misma felicidad y emoción, que transmitieron desde las 17.30, hora en la que comenzaron a organizarse los turnos de carga de la talla, trámite que se realiza en el santuario.

Allí mismo, y como marca la tradición, se entregaron las medallas a los hermanos mayores de 65 años, esta vez solo había uno: Luis Losada Guillén. También a los hermanos que pasan de suplentes a activos adquiriendo así la condición de hermanos de carga titulares: José Luis Muñoz Valiente, Jorge Velasco, Cesáreo Pavón, Isidro Morales, Santiago Díaz y Juan Alberto Díaz Mellado. Pero, además, se otorgaron medallas a dos fervientes colaboradores de la cofradía: Joaquín Alvarez Izquierdo y Fidel Valle Rico, célebre árbitro de fútbol y peluquero de la calle Paneras, que también fue camarero en el bar de Garci, un portero que tuvo el Cacereño en los años 40.Luego, en presencia del capellán de la cofradía, Florentino Muñoz, se rezó la Salve. Para entonces, Juani y Felisa la Cantaora ya habían lanzado al aire sus familiares piropos a la Virgen: "¡Viva la patrona de Cáceres, viva la cacereña bonita", gritaban en un santuario donde no cabía un alfiler. Presuroso, el hermano mayor, Antonio Fernández Borrella, había organizado los cuatro turnos de 30 hermanos cada uno --todos menores de 65 años-- que suman los 120 que cargan con los 380 kilos de las andas de plata sobre las que se coloca a la Montaña, que este año han procesionado tras restaurarse en el taller de la joyería Gracor, de Moctezuma, para evitar su oxidación. La procesión la abrió el estandarte que los cacereños regalaron a la patrona en 2006 con motivo del centenario de la declaración del patronazgo canónico de la Virgen sobre la ciudad.LA RESTAURACIÓN Le seguía el estandarte de la cofradía, también restaurado en Gracor, que sorprendió a los hermanos, puesto que muchos de ellos se percataron de que, tras la pulcra limpieza, el medallón del centro es de plata y que la imagen de la Virgen que se reproduce en su interior es de oro. Mientras, en el templo, el turno 4 ya había tomado posiciones. Cuando Fernández Borrella exclamó: "¡Atentos, arriba, despacio, sin bailarla!", los 30 hermanos auparon a la Virgen y el jefe de turno, Carlos Manuel Carrasco, tuvo el honor de sacar a la patrona a la calle en una tarde espléndida de 24 grados que hizo relucir como nunca la corona circular de plata dorada que portaba la patrona y que, igualmente, ha sido restaurada en Gracor.La cofradía ha escogido en esta ocasión esa corona en lugar de la de las campanitas, tradicionalmente la más utilizada para los desfiles de bajada. La corona de ayer fue elaborada con las joyas que sobraron de la comúnmente denominada Corona buena, fabricada en 1924 por el joyero madrileño Félix Granda.El turno 4 llevó a la patrona hasta La Trocha, donde la portó el turno 1, guiado por Santos Benítez Floriano, que la guió hasta la primera Curva Peligrosa, donde la cogió el turno 2, dirigido por Miguel Cambero. Pilar Garzo, que sube al santuario cada domingo desde que a los 14 años conoció a su marido, cargaba en ese momento, emocionada, a la Montaña. Igual que Sandra García, que trabaja en la administración. Después se sucedieron el resto de mujeres: Nazaret, su madre María José, y Gema Mendoza, que vive en La Mejostilla y es hija de Francisco Mendoza y Puri Santos, quien feliz y cámara en mano, le decía a su hija: "¡Sonríe, que colguemos la foto en el Tuenti!".La procesión continuaba su camino, ya con el turno 3 de Antonio Espadero como jefe de paso. Y al llegar a las Tres Cruces fue el pueblo, sobre todo mujeres, quienes portaron la talla. María Trinidad Cortijo, era una de ellas: "Pesa un poquito, pero se lleva con alegría", aseguraba. En el Amparo, la cofradía titular de esa ermita promueve un homenaje que ayer corrió a cargo de la Cofradía de Jesús de la Humildad y del Dulce Nombre. Su vicehermano mayor, Jorge Jesús Sánchez Rodrigo, hizo entrega de un ramo de flores a la patrona, engalanada por la camarera de ornato, Pilar Campos, muy original al escoger gladiolos y claveles naranjas, adquiridos en Bouquet, para adornar las andas. La camarera titular de la Virgen, Pilar Murillo, vistió a la patrona, como mandan los cánones de toda procesión de bajada, con el manto que le regaló la ciudad por las bodas de plata de su coronación en 1949, una majestuosa prenda de estilo renacimiento, hecha en tisú de oro y plata fina. Y entre las joyas, la Virgen lucía el pectoral del obispo, la medalla y el broche de la Guardia Civil, y rosarios de oro y filigrana. Durante la procesión, los hermanos pararon a la Virgen mirando al hospital para pedir por los enfermos, mientras Guadalupe Martín, que tiene un comercio en Santiago, y Beatriz García Trujillo, funcionaria del Imas, portaban emocionadas y orgullosas a la patrona. Lo mismo hacía María del Carmen Floriano, hija del mayordomo de la cofradía, joven estudiante de la facultad de Enfermería y Terapia Ocupacional que a sus 19 años vio cumplido uno de sus mayores deseos. Entretanto, el bar Yerppi, que lleva en San Marquino Carmen Rodríguez, se puso hasta arriba de cacereños que acudían en busca de agua, helados y Coca Colas para aliviar el gaznate en la calurosa tarde. En Fuente Concejo, más de 4.000 personas aclamaron a la patrona entre vítores mientras la alcaldesa, Carmen Heras, con traje adamascado, le hacía entrega del bastón de mando de la ciudad a la Virgen, que durante el novenario adquiere la condición de alcaldesa honoraria.Acudieron también el obispo (con traje coral morado y birrete), el presidente de la diputación, los mandos militares, el presidente del PP (Monago), y la portavoz del mismo partido, Elena Nevado, que lució recogido y un traje nude, color que puso de moda Letizia cuando acudió a la boda de Victoria de Suecia.La patrona enfiló a Caleros y el coro Alborada del padre Gianni, le cantó Virgen Morenita. En Santiago la cofradía del Nazareno le rindió homenaje, igual que los scouts Sant Yago (la niña María Ángeles Gallego leyó una oración). La Sagrada Cena le entregó flores de la mano de Mercedes Muriel, viuda de Antonio Rubio Rojas, fundador de esa hermandad recientemente fallecido.En las Cuatro Esquinas, las tunas de Magisterio, Politécnica y las de Deusto, Madrid y Alicante le cantaron Cacereña Salerosa. La patrona llegó a la restaurada plaza Mayor y tras las palabras de la alcaldesa y el obispo entró en Santa María, donde hasta el 8 de mayo celebra su Solemne Novenario tras haber hecho historia: la de ocho mujeres que ayer convirtieron a la Montaña en más mujer que nunca.