Peces muertos, un olor insoportable y la huella de la sequía en el río Salor. Pablo Martín-Alonso, un ganadero que lleva explotando hace más de 30 años las 850 hectáreas de la finca Casa Zafra, nunca había visto nada parecido. Desde hace dos meses, asegura, en las orillas del embalse que da de beber al ganado vacuno han empezado a aparecer tencas, carpas y black bass sin vida. Ayer, aún podía seguirse el rastro de las especies muertas sobre el barro del cauce seco del río.

Preocupado por la situación y la veintena de vacas que habían enfermado en el último saneamiento, Martín-Alonso decidió tomar unas muestras de agua por su cuenta, que envió al Laboratorio Agroalimentario y de Análisis de Residuos de Extremadura para que fueran analizadas. El ganadero asegura, con los informes en la mano, que "estas aguas presentan unos altísimos grados de contaminación" y solicita, "ante la grave riesgo que existe para el ganado, el riego y la pesca", que se tomen las medidas sanitarias oportunas.

Con este objetivo se dirigió por carta a la Confederación Hidrográfica del Tajo, a la que está adscrito el cauce del río Salor, de la que recibió respuesta a principios del pasado mes de julio. Este organismo, que ayer se ratificó en la versión ofrecida al ganadero, asegura con relación a esta denuncia "por posible contaminación" que las aguas de este tramo del Salor "cumplen los objetivos de calidad establecidos por el Plan Hidrológico". Subraya que el área de Calidad de las Aguas "realiza inspecciones y tomas de muestras periódicas" y recuerda que esa parte del río "puede verse afectado en determinadas épocas por los desagües sobrantes de riego, además de por prácticas agropecuarias que puedan darse en la zona".

Pescadores y bañistas

Sin embargo, las explicaciones ofrecidas por la confederación no satisfacen a Martín-Alonso, que alerta del peligro que supone el estado de las aguas, no solo para el ganado sino para los pescadores que acuden a la zona y los que también se bañan. "En los últimos diez días la situación ha cobrado una especial virulencia", indica el ganadero, asegurando que nunca había visto ese grado de "contaminación" en el río. Sugiere que se revisen las depuradoras cercanas y se extreme el control sobre los vertidos en el río.

En todo caso, reclama que el agua cumple con los requisitos de calidad y considera que "el deterioro" ha ido en aumento desde mayo. "Los peces no se han muerto de un golpe de calor sino porque el agua carece de unas condiciones mínimas", recalca Martín-Alonso, que ha tenido que habilitar depósitos con agua de pozos para que los animales puedan beber.