«¿Está abierta la calle?» «¿Hay paso arriba?» «¿Se ha inaugurado?» «Perdone... ¿puedo subir ya?» «¿Y por qué no funciona la escalera?» «Oiga..., ¿pero esto es seguro?» La persona con más paciencia en Cáceres era ayer el responsable de dar los retoques finales a la barandilla de Alzapiernas, el último trabajador que, tras la apertura de la calle a las 12.30, quedaba en la obra. La presencia de algunas vallas confundía a los viandantes, que recurrían a este profesional cada minuto para preguntarle mil cuestiones. El hombre contestaba educado y resignado mientras se centraba una y otra vez en su tarea.

Y es que Alzapiernas era ayer una especie de romería con gymkana incluida, dados los obstáculos que aún había que superar. También era como un gran perfil de Facebook donde no había viandante que no expresara su comentario, casi todos ácidos, y hasta se hiciera su selfie con la proeza de pisar por fin esta calle, auténtica zona cero de Cáceres.

«Yo creo que no están bien aprovechados los espacios, no es lo suficientemente funcional, por no hablar de la falta de accesibilidad. Además, la rampa de arriba está demasiado inclinada», comentó Manuel, un funcionario que a la salida del trabajo dedicó un tiempo a visitar y analizar Alzapiernas.

«Parece que solo han invertido el sentido de la calle, colocando las rampa donde estaba la escalera, pero ahora los peldaños están más elevados, y a simple vista la rampa tiene más pendiente, demasiada para las personas mayores», describió Santiago Rodríguez, jubilado, que pasaba hacia la Concepción junto a su esposa. «Espero que este tragante al final de Alzapiernas pueda absorber bien el agua de lluvia, el desnivel es considerable», advirtió.

Las madres que subían con carritos de bebé bromeaban sobre las «facilidades» de la nueva calle. «Está peor, sin duda, parece que han triplicado los escalones», terciaba un joven. «Esto es un desconcierto, la gente se extraña, se indigna o se lo toma a risa. No se oye un comentario positivo», relató Inés Márquez, titular de dos negocios de productos extremeños en Moret y Paneras, directamente afectados por el largo cierre de Alzapiernas. «La obra no ofrece una solución después de tantas molestias, es dinero malgastado y tiempo perdido, lo siento, no podemos hablar nada bueno», sentenció.