Antonio González procede de Cádiz y lleva años viajando por los albergues del país buscando trabajos esporádicos: uva, aceituna, pastoreo... Ahora está en Cáceres, viene de Andalucía y se dirige a Santander a ver si hay suerte con un empleo en una vaquería. Realiza los trayectos a pie, y si alguien le da algunos euros, coge un autobús. "No tengo medios para dormir en una pensión y hace mucho frío en la calle, por eso me siento muy agradecido en los centros", relata. Tiene familiares, "pero no puedo estar siempre a su cobijo, hay que trabajar".