Corría el año de 1218, cuando el rey de León, Alfonso IX, creaba en Salamanca la que con el tiempo se convertiría en la universidad más antigua de España. Aquel rey, sin embargo, tenía en su mente una obsesión menos cultural que lo reconcomía desde hacía años: arrebatarle la fortificada villa de Cáceres a los moros.

Lo había intentado en 1213 y había fracasado. Lo volvió a intentar ese mismo año de 1218... Y nueva desilusión. Repetiría con parecidos resultados en 1222 y, ¡por fin!, en 1229 reconquistaba Cáceres.

Alfonso IX fue un gran benefactor de Cáceres: la convirtió en villa franca y realenga y le otorgó una carta de población o Fuero Latino de Cáceres que impulsó su posterior desarrollo. En un principio, las actividades comerciales de la nueva villa cristiana se desarrollaron intramuros. Pero 220 años después de la conquista, ya se instalaban diversas tiendas a los pies de la torre del Bujaco y comenzaba a conformarse lo que hoy es la plaza Mayor más grande de Extremadura.

Llegan los arcos en 1626

En ella se celebrarían ferias, mercados, lances de toros, ajusticiamientos y fiestas variadas. Se tiene constancia documental de que en el año 1626 ya se realizaron obras, enlosándose los portales y sustituyéndose las vigas por arcos. Es decir, la plaza Mayor de Cáceres existiría como tal desde hace más de 400 años.

La plaza de Cáceres no tiene forma regular ni tampoco está rodeada de edificios iguales, sino que es una sinfonía de murallas, torres, arcos, soportales, casas y casonas, escaleras y cuestas, ermitas y foros. Esta riqueza arquitectónica y esta particular disposición en plano inclinado la convierten en una plaza que provoca estupefacción admirada en quienes la contemplan por primera vez. Para los cacereños, sin embargo, sólo parece cobrar vida entre la Semana Santa y el festival Womad para retornar al olvido el resto del año.

Quinientos años después de que Alfonso IX fundara la Universidad de Salamanca y reconquistara Cáceres, otro rey, Felipe V, autorizaba la construcción en Salamanca de una magna plaza Mayor de 88 arcos que este año celebra su 250 aniversario.

También este año se conmemora el 250 aniversario de otro ágora europea muy atractiva: la plaza Stanislas de la ciudad francesa de Nancy. La plaza Mayor cacereña no tiene una fecha clara de construcción y eso impide cualquier conmemoración, pero no debería de envidiar a otras plazas europeas más famosas. Sin embargo, hay algo que las diferencia.

La plaza de Salamanca, al igual que la de Cáceres, albergó jardines, templetes, bandejas, fuentes y hasta mingitorios. Pero poco a poco se fue haciendo un despejeplaza que culminó en 1954 con la desaparición de las últimas plantas. También desaparecieron los automóviles y por no tener, hasta están prohibidos los toldos.

Esta situación de plaza Mayor despejada se repite en las de Valladolid, Madrid o A Coruña, caracterizadas todas por su regularidad. También están despejadas las bellísimas plazas irregulares del Obradoiro compostelano, la Grand Place de Bruselas o la propia Stanislas de Nancy, que sólo alberga en el centro la estatua ecuestre de Luis XV.

En la plaza de Cáceres, sin embargo, sigue habiendo automóviles, se ponen y se quitan bandejas y no acaba de conseguirse un equilibrado mobiliario urbano. En Salamanca, por ejemplo, acaban de convocar un concurso europeo para diseñadores con el fin de escoger mesas y veladores originales e idénticos para todas las terrazas de la plaza.

La plaza Mayor de Cáceres, que en estos días de primavera vuelve a convertirse en la sala de estar de la ciudad feliz , sigue siendo nuestra asignatura pendiente y el espacio urbano con más posibilidades de una ciudad que, siendo ya maravillosa, podría llegar a ser excelsa.