No se trata de un protocolo social, ni siquiera de una cuestión de valores éticos. Los menores de 18 años tienen prohibido consumir alcohol en la mayoría de los países porque a esas edades la embriaguez genera serias repercusiones en la salud y en la evolución de las personas. Una ingesta frecuente puede complicar el desarrollo de las habilidades necesarias para pasar de la adolescencia a la edad adulta: afecta a los hábitos de estudio (el metanol tiene incidencia en la memoria y el aprendizaje), perjudica al sistema nervioso, puede hacer que las persona sobreestimen sus capacidades (un riesgo para los jóvenes) y provoca irritabilidad con la familia, los amigos o los profesores, según el Ministerio de Sanidad. También pasa factura al estado físico de los adolescentes: acné, grasa, trastornos en el crecimiento y en la maduración sexual...

Ni qué decir tiene de los efectos de las drogas en los jóvenes, de ahí que se esté persiguiendo especialmente su consumo en la vía pública. Cáceres dispone de un Plan Municipal de Drogas y de una Comisión Municipal de Lucha contra la Droga formada por tres concejalías (Juventud, Seguridad Ciudadana y Asuntos Sociales), que diseña distintas acciones para dar cobertura a las necesidades de los menores y los jóvenes de la ciudad en materia de prevención de drogodependencias.