Vende entre 1.700 y 3.000 churros pequeños, dependiendo de si es día laborable o fin de semana. La Churrería Londres lleva abierta cinco años y se ha convertido en el punto de encuentro de los desayunos de la zona de Cabezarrubia, aunque a ella también acude gente de todos los puntos de la ciudad.

El volumen de negocio es grande. En la churrería trabajan siete personas pero la cantidad de clientes que acuden al mismo tiempo hace que muchas veces temgan que esperar más de media hora para ser atendidos porque las herramientas con las que cuentan no dan para más. Su propietario, Luis Enrique Barrantes, lleva años intentado poner solución a esta situación con la instalación de más freidoras, para lo que es necesario una salida de humos más potente que debe colocarse en la azotea del edificio.

Solicitó primero permiso a la comunidad de propietarios del bloque (está en la calle Londres, justo frente al acceso a los garajes del centro comercial Ruta de la Plata más cercano al colegio Licenciados Reunidos) y al ayuntamiento. Ambos dieron luz verde. Sin embargo, después de encargar el proyecto, los vecinos se oponen a que realice la obra para instalar un tubo de salida de humos con más capacidad. Ha puesto la situación en manos de sus abogados, que reclamarán judicialmente a la comunidad para poder acceder a instalar los extractores. "En las escrituras se especifica que podemos hacerlo siempre que no se perjudique a los vecinos", explica el propietario.

HA PENSADO EN CAMBIARSE Ha pensado incluso en cambiarse de local. "He visto más de 200 en la ciudad, pero ninguno me vale; unos por su tamaño y otros porque me obligan a insonorizarlos", asegura Luis Enrique Barrantes. Al servir churros, muchos locales que se traspasan como cafetería tendría que insonorizarlos para adaptarse a la nueva normativa de ruidos, según explica el propietario.

Sin embargo trasladarse es la última opción que baraja este cacereño, sobre todo por los trámites que eso implicaría. "Estuve dos años hasta que me dieron todos los permisos para abrir aquí --en la calle Londres--. Un amigo en Badajoz tardó 22 días. En Cáceres son todo problemas", asegura.