La semana pasada estas líneas versaban sobre el hambre que los cacereños teníamos de carnaval (...); pues bien, por desgracia, pasada la celebración, hemos de reconocer que no saciamos el apetito. Y esto no obedece al inmenso esfuerzo realizado por la Asociación Cáceres Carnaval y todos aquellos que, de un modo u otro, colaboraron para levantar la fiesta por antonomasia del disfraz, obedece a la sinrazón. El adelanto de cierre de la carpa ubicada en la Plaza mayor, provocó que se desmereciese todo el trabajo de un colectivo empeñado en volver hacer brillar Cáceres con antifaz. Un cierre inexplicable, a cargo de la policía, que, ordenanza en mano, instaba a cumplir un horario diferente al programado. Más inconcebible aún al haber sido presentado un programa en el que las actividades planificadas superaban con creces tal franja horaria, en un momento en el que todos los presentes disfrutaban como antaño lo hicieran, ataviados con los disfraces pertinentes.

Todo ello provocó no sólo malestar sino una gran desilusión tanto de la asociación, como de los colaboradores, los asistentes y de las comparsas participantes en el desfile, pues ellos pusieron más ahínco que nadie para que 2016 fuera el año del resurgir del carnaval en la capital cacereña.

Y a la hora de buscar responsabilidades, unas autoridades señalan a otras, sin lograr esclarecer a los afectados quién realmente ha de colocarse las orejas de burro, y pedir perdón por lo ocurrido.

Si en algún momento esto sucediera, dudo que logre el indulto que obtuvo ayer la sardina en el barrio de Las Trescientas. El daño está hecho, económico y moral; pero esto no significa que se hayan minado los ánimos de aquellos que luchan año tras año para revivir la fiesta. Cáceres se quedó con hambre de carnaval, o al menos de saciarse, por lo que, al margen de quiénes hayan sido los causantes de tal carestía, es de justicia que el próximo año, nos satisfagan con un variado menú y el mejor de los postres: poder quemar la sardina como es tradición y vivir un carnaval de principio a fin.